Siempre hay motivo para la alegría, aunque esa alegría sea contenida. Tampoco es cuestión de ponerse a beber y a bailar por el hecho de estar vivos. Pero por el hecho de estar vivos, merece la pena una celebración del mundo y territorio que habitamos. La principal norma que tenemos los que no nos hemos muerto es que hay que vivir como sea, dar gracias a Dios o a quien sea que movemos las piernas, los brazos y tenemos la mente al día. Personas que están en una silla de ruedas, impedidas, quizás nos dieran una lección de cómo estar alegres por el simple (no tan simple al final) hecho de vivir. Como me dijo una amiga: estamos vivos. Solo con eso ya podríamos tirar millas. Hay que alegrar el corazón con la idea de que somos unos privilegiados históricos (hace solo 200 años, la gente moría alrededor de los 50) y somos unos privilegiados comparativamente (no todo el mundo tiene techo y comida) y somos unos privilegiados mentales (no todo el mundo posee sanidad mental). Así que levántate, da gracias y pasa el sábado sin rencores ni malos humores. Recuerda que ¡¡¡¡¡estamos vivos!!!!!!!
La vida puede considerarse un regalo, el mayor de ellos.
Agradece, anda, canta bajo el agua, come y vive.
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