Este silencio parece predecir la vuelta de sus vidas a la nuestra. Hay un brazo que sujeta al futuro. Futuro perdido será si olvida de dónde viene, quién es su origen. Las cancioncillas navideñas serán otra vez una tortura de casas vacías, de miembros cercenados por el hacha de la incomprensión. Pero nadie quiere tener una conversación con un mudo, con un mudo de carácter psicológico. El ir y venir de una familia sin tener dónde sentarse a hablar y descansar hará que esa familia vaya y venga solitaria de cabos donde atracar. Y los demás solo veremos agua y barro donde antes hubo algo, algo de paz. De todas formas, es verdad que nadie quiere hablar por hablar.
La luna brilla en unos escalones grandes que conducen al altar.
Brillarán inútilmente, inútilmente brillarán.
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