Doy un bostezo largo y me desperezo mentalmente solo para decir que el sábado está en otra parte. La gente ha salido en masa hacia no se sabe dónde. Ya es costumbre en la ciudad largarse en cuanto llega un puente (creo, no lo sé seguro) que la fiesta del sábado la han pasado al viernes. De todas maneras, solo nos hemos encontrado con un hombre pequeñito, tan pequeño que es como si no nos hubiéramos cruzado con nadie. Vaya paseo más solitario Paco y yo. Las ratas transmiten asco nada más de verlas y claro, las quiere uno muertas. Qué desdicha ser rata en este mundo. Qué poca gente quiere a las ratas, si hay alguien que las quiera. En fin, hemos dado un paseo, he bostezado, la vida sigue como en carrusel que no para. Y otra muñeca chochona!!!!!!
Los tronchos del fuego chillan horrorizados.
Los troncos de la vida son como niños.
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