La sangre vendrá por los tejados, por las azoteas limpiando la senectud de la muchedumbre que se pasea tristemente por la avenida. Se acabó abruptamente el yo invito y tú pagas y encima, me cuentas tu vida. A la gente tóxica nadie la quiere frecuentar si no se arrepiente de sus calaveradas y obran bien, si es que saben qué es obrar bien. En su diccionario no aparece la palabra generosidad y de tanto guardarse la cartera la van a sacar brillo. La columna vespertina hace lucir un niño pequeño que quiere aprenderlo todo menos la racanería de su padre. Los ojos dicen más que la boca, esos ojos indolentes y callados y atentos a los demás, pero sin sentir nada de los demás. Los peces eran tan pequeños que se colaban entre los dedos como burbujas de coca cola, como cerillas sin prender, como las pestañas de los gitanos.
Los jardinillos abren la cancela de los sueños. No vamos ya con él
y se agradece, se agradece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario