jueves, 31 de octubre de 2024

 La gallina pone un huevo. El Ibex sube. El perro se rompe un pata y el periquito se escapa de la jaula para no volverlo a ver más. Hacemos fotos sin ton ni son cuando vamos de vacaciones. El calvo es duro de pelar ya que ya está pelado. Los buitres se arremolinan allá, en lo alto, para divisar la carroña, la triste carroña de alguna vaca. Los tiburones andan por el mar oceana, andan avizores al pescado que puedan comer. La vida también es un poco así, nos rodean acechanzas por doquier, nos corroen muchas dudas. No tenemos para pagar los gastos de vivir. Tenemos que pedir a alguien dinero, tenemos que sobrevivir arduamente a veces. La gente no da dinero. "A pedir al metro", nos dicen. "No soy el banco España", nos dicen. El escalón más alto de subir es el que nos prueba y, cuando lo subimos nos llega una tranquilidad que parece que estamos en el cielo. La gente está llena de altibajos, como una carretera secundaria, como la cuenta corriente del banco, como el alacrán, como las nubes.

Los ríos nos enamoran, nos abandonan al placer si nos bañamos en ellos.

Ojalá fuera todo río el vivir y no riadas asesinas.

 Es amarga la vida a veces pero no para despreciarla a tope. Solo hay que despreciarla un poquito hasta que nos dé eso que queremos, si sabemos lo que queremos. La gente confunde sus deseos con la lógica del dinero, con la lógica de otros que también quieren vivir. No solo estamos nosotros en el mundo: o sea, que para vivir la vida bien debemos ser generosos con los otros. Todos,  no solo yo, tienen derecho a ser felices en la vida y nosotros no debemos impedirlo, sino ayudar a que suceda. Y ellos, esos que no soy yo, me devolverán el gesto procurando que yo también sea feliz. Comienza la vida feliz cuando se piensa en los otros y no cuando solo pienso en mí. Si solo piensas en ti y en tus intereses, no serás feliz. La felicidad es comunal y compartida. Uno solo no fabrica felicidad. La felicidad de uno solo linda con el egoísmo (verdadero Satán).

El silencio de la almohada es muy bueno.

Nos va hablando tácitamente, nos asesora sin hablar.

 Habitantes de la ciudad, pasan todos, pasan inciertos, pasan. No me dicen nada ni literal ni figuradamente. Hay una canción, sin embargo, que dice: yo quiero tener un millón de amigos. Yo tengo a mi hermano y a mi amigo en una sola persona. Los vientos cambian de rumbo, el agua fluye distinta, los seres humanos morimos a cada paso que damos. Es la ley de este mundo: la energía que se transforma a cada segundo. El universo no está quieto, nosotros tampoco. Hay otra canción que dice: a vivir que son tres días, a los cien años tos calvos. A todos se nos verá el cráneo como en esas pinturas que en una esquina, abajo, a la derecha, se ve un calavera. ¿De quién sería esa calavera que pintó el pintor? Somos anónimos en vida y somos anónimos más todavía después de muertos. Es la ley de la vida, dura, pero es ley. Por eso, a vivir que son tres días.

La vida es implacable:

inventa todos los días la luz, el amor, las cosas y el corazón de los hombres.

 Me queda una hora para ponerme a cocer una coliflor. He ido a la calle y nada me ha sorprendido. Gentes que cruzan por la avenida, gentes desconocidas. Quizás haya en mí algo de soledad. La vida se oscurece ante ese tropel humano ignoto, fugaz y cansado de los días que pasan. Los gorriones buscan su sustento debajo de los bancos, debajo de las mesas de las terrazas, debajo de algo. Debajo de las cosas estamos también unos cuantos, echando una miradita al futuro que no nos devuelve nada. Estamos inválidos de un alma que no da señales de vida, que se agota en nosotros mismos, que naufraga. En Valencia han muerto muchos. Se echan las culpas, se habla de oportunismo, pero es el agua el protagonista. Recemos por ellos si no sabemos ni podemos hacer nada por ellos.

Oprimo con mi mano una vara de avellano

que me lleve los pasos a un mundo querido, a un mundo preciado.

   

miércoles, 30 de octubre de 2024

 Ayer por la noche salían rayos del vientre de los nubarrones. Hacía un tiempo malo, malo. 51 muertos en Valencia. Son muchos muertos. Nos ha sorprendido el sol esta mañana, saliendo como un señor muy enseñoreado. El que se opone al cielo pronto cae en el suelo, como dijo fray Luis de León. No siempre la maldad triunfa. Malditas sean las sombras de las personas que me hicieron maldecir, obsesionarme y loquear antes, cuando todo era invalidez ante los abusadores. Los malditos están ahí todavía haciendo gracietas a la vida que les sonríe. Pero voy a olvidarme, no son más que olvido ya y van para la muerte. Las personas que se ríen del cielo y lo escupen, mañana serán despreciados por Dios que está en las alturas. Bendito el que viene en nombre del Señor y perdona todo lo causado.

El ciego error que no se asume

conduce al rencor y a la mala sangre.

martes, 29 de octubre de 2024

 Hemos acordado mi vecina, mi hermano y yo que el poder corrompe. Unos que se conocieron en un puticlub han preparado el tingladillo de las mascarillas. Y es un pastón el que han sacado de ese negociado. Y va bola y otra muñeca chochona. La feria es amplia. Luego hemos hablado de los euros de Europa. No eran pocos. Miles de millones. Aparte los Eres y los Ertes, ¿adónde ha ido esa mil millonaria ofrenda europea? Se dice que la UCO tiene información para tumbar al gobierno. Será que se quiere que muera asistido o con buen nombre por si hay que volver otra vez a gobernar. Pero, ¿el buen nombre? ¿dónde quedó? El primero que sabe todo es el presidente. Bueno. Yo de la política lo menos, como de lo que come el grillo.

Allá van los dineros, los placeres, los abusos

de donde sale el poder.

 Ha parado de llover. Ya te lo decía yo que esta tierra no es de agua. Ininterrumpidamente, en la Tierra, se dan pocas cosas. El Amazonas es una masa de árboles de aúpa. No deberían tocar esa masa, dejarla libre, que crezca más y más. La lluvia limpia de maleantes la plaza, de esos que se fuman un porro tras otro. La educación debería ir enfocada a esos fines: que los niños vean el peligro de las drogas antes de probarlas. La marihuana te destroza el cerebro. Los malos amigos también son fuente de preocupación para docentes y padres: no vayas con esos que hacen en los lavabos agujeros. Cómete un donut, es sano el azucarillo que lleva ese bollo redondo. ¿Tú te drogas? No, es mi forma de ser. Ya, ya.

Somos los biznietos de su majestad el dinero.

Así cantaba Battiato.

Ya vengo de por pan. Cae bien. Ayer sufrí insomnio por el maldito cambio de hora. A lo mejor, esta tarde vayamos a Gran Plaza 2, a la tienda de los libros. El caso es matar la tarde. Hoy es ya viernes, como dice el tiempo que no para. Estamos en un tiempo de rumores, de noticias falsas. Tú, ¿no eres cornudo? No. Son rumores. Tú, ¿no estás en la ruina? No. Son rumores. Noticias falsas. No hay que hacer caso. La verdad es que no tengo ni un duro. Pero la economía es como un tobogán, me han dicho en el banco. Llueve y llueve para los insolventes, para las putas, para los taxistas, para los marineros. Llueve en un sinfín de gotas que caen y se amontonan en charcos y en los pisos resbalosos de los patios.

El futuro se adelgaza porque somos menos en la cuenta.

El futuro es mi padre dando consejos y mi madre muerta.

 Escampará más pronto que tarde. Este no es sitio de lluvia. Nos iremos al pueblo. Quizás pasemos frío. Comeremos en Villacastín e iremos a misa y al cementerio. Hoy no he ido a la calle a leer el periódico, a perder una hora. Me he quedado en casa y no siento frío. Las vecinas hablan allá abajo, las oigo desde mi ventana. Hay comida en casa, solo hay que ir a por pan. Paco llama a padre. No veré a los de Colón por la lluvia. Los días pasan como centellas, de repente ya es viernes. Hemos estado viendo un programa en la tele de unas mujeres que hacían joyas baratas o no tan baratas. La marca se llamaba "Tosca". ¿Tienes algo de "Tosca"? Sí, el bigote.

Adelanto mi vida pero solo un poquito,

no me vaya a morir en un futuro lejano.

 Llueve. Por fin, llueve. Unas gotas finas caen. Decido quedarme en casa y solo salir a por pan. Ayer estuvimos a El Escorial. Allí, un tipo me pidió tabaco mientras merendábamos en el bar "Los mariscos". Nos comimos un pincho de tortilla y un bacalao rebozado. Vinimos ya de noche parlando de seres que conocemos quizás para mal. Dedujimos que se está mejor solo que mal acompañado o acompañados. Parlamos de la asociación, de la gente que hay allí metida. Llegamos a casa y oí la radio una media hora. Luego, las horas se me hicieron eternas para ir a la cama. Encima, hasta las 2 no me dormí. Es el puto cambio de hora.

Las andaduras que llevo son de andar por casa.

No me vaya yo a perder en algún sitio malo.

lunes, 28 de octubre de 2024

 Una columna cuya gracia es truncada por la iluminación del sol. Un pueblo abajo, abajo, pasada la sierra de granito llena. Y unos niños que gritan libertad, libertad para el pueblo acosado. Hablan los lugareños y los veraneantes en la plaza, contándose mil cosas. Tu barrio no es mi barrio, dice uno a otro. De donde yo vengo los edificios alcanzan el piso doce. El verano se enzarza otra vez en consideraciones hacia los demás, en prestar oídos a aquellos que viven en la capital, a oír de pasos cebras y atropellos inauditos. En la plaza, con el sol de la mañana, se van uniendo bocas y oídos hasta soldarse en comprensión del otro, en un amor delicado, tierno y suave como las flores de los balcones que rompen el aire y el azul del cielo con sus colores.

¿Cuándo habrá otra primavera de lluvia sobre los tulipanes?

No lo sé. Lo que pasa es que todo pasa.

La casa está vacía. En ella anidan la telaraña y el ratón. Por pocos que fuimos, ahora somos menos y no cabemos en la casa vacía. Pero la casa se llenará en un futuro no muy lejano, despreocupados ya los niños de las azarosas pugnas de los mayores. Y habrá flores tales como geranios en los balcones y manzanos y perales en el jardín de una piscina alegre, donde cantarinas voces se alzarán en torno al agua. Saldrán a la plaza esos niños ya mayores y jugarán a hablar de los vecinos y a reírse impunemente de los avisos de los adultos ya cansados. Y todo surgirá como del rayo del sol a mediodía, como de la rosa que invade con su perfume el aire vergonzoso, como de la garganta feliz de quien vive ya en paz.

Familiares son ya la villa y sus costumbres

para los niños que cruzaron la montaña.

 Este silencio parece predecir la vuelta de sus vidas a la nuestra. Hay un brazo que sujeta al futuro. Futuro perdido será si olvida de dónde viene, quién es su origen. Las cancioncillas navideñas serán otra vez una tortura de casas vacías, de miembros cercenados por el hacha de la incomprensión. Pero nadie quiere tener una conversación con un mudo, con un mudo de carácter psicológico. El ir y venir de una familia sin tener dónde sentarse a hablar y descansar hará que esa familia vaya y venga solitaria de cabos donde atracar. Y los demás solo veremos agua y barro donde antes hubo algo, algo de paz. De todas formas, es verdad que nadie quiere hablar por hablar.

La luna brilla en unos escalones grandes que conducen al altar.

Brillarán inútilmente, inútilmente brillarán.

domingo, 27 de octubre de 2024

 El padre le dijo al hijo: tú siempre di que no a todo lo que digan las personas, sean necios o sabios. Y luego, sueltas una chorrada y acabas la frase así: y punto. Y así llegarás muy lejos pues nadie se opondrá a tu estupidez. El hijo, que no sabía leer y solo sabía de números, de algunos números, triunfó en la vida a costa de la vida de los demás. Nunca dejaba que los demás le contravinieran. Siempre llevó la razón a base de humillar al prójimo con sus y punto siempre en la boca. Se metía donde nadie le llamaba ignorante de todo y de todos. No colaboraba nunca en una conversación y todo lo decía a grito pelado. Era el perfecto gilipollas insertado en la familia de modo incondicional. Alguna vez alguien se enfrentó a él pero con dudosa autoridad pues la autoridad siempre era él, a fuerza de decir gilipolleces. Era el gilipollas número uno que iba por la vida y así ha seguido siendo.

Di siempre que no y alza la voz.

Serás tenido por hombre de autoridad que da pena.

 El mundo a que asistimos tiene mucho de narcisista. Un egoísmo propio de épocas pasadas en las que el hombre esclavizaba al hombre, ha vuelto. Con formas más sutiles, pero aquí está. Hijos que desangran a sus padres económicamente por satisfacer unos caprichos absurdos, de otra clase social a la que aspiran y nunca llegarán; gente esclavizada por la moda y por ir elegante hasta en el metro, que quizás nunca han usado; gente que se ata a estupideces que vienen en el móvil, caprichos tontos como maquillarse a los 10 años; dar más importancia a la ropa que gastas que a lo que eres; gente que aspira a subir de escala social precisamente gastándose lo que no tiene en apariencias vanas. En fin, las modas siempre han existido pero los narcisistas han declarado la guerra a sí mismos y no quieren salir a la calle sin el cocodrilo en el jersey. Puro egoísmo, que es Satán y es la muestra más dolorosa de ese narcisismo.

Egoísmo: esa manera de apartar a los demás

para que quepa más ropa en el armario.

 Viniendo de comprar el periódico me ha asaltado una idea que podría desarrollar. Y la idea es: ¿cuándo he sido yo poderoso? Es una idea que se puede hacer cada uno de nosotros con respecto a aquellos que nos han rodeado, si hemos ejercido poder con ellos. Yo creo que en mi familia jamás he sido poderoso. Mis circunstancias personales me han mantenido más obediente que otra cosa en el ambiente familiar. Quizás he sido poderoso ante unos alumnos que la mayor parte de ellos lo ignoraban casi todo. Y he cuidado de Paco y he tenido quizás un poder sobre él, pero yo no quiero tener poder sobre mi hermano. Somos iguales en todo. Conozco personas que han tenido poder sobre su familia desde muy temprano, tiranizándola casi y abusando económicamente de ella. Espero tener algún poder en el futuro, mandando en lo mío sin que nadie se meta en mis asuntos y eso es lo que espero en cuanto el poder que yo pueda tener.

El poder es necesario en su justo medio.

Si no, se convierte en tiranía.

sábado, 26 de octubre de 2024

 En demasía querría yo hoy tener a la alegría en forma de carcajadas insumisas. Pero no. Habrá risas algunas y algún recordatorio de la juventud que un día nos hizo felices. Una bicicleta, una carretera, un cruce de caminos donde las brujas hacen sus conjuros, Castilla pequeña de pueblos y espigas. Los girasoles dan la vuelta al sol y yo doy ya la vuelta al sol muchos años. Río en el sueño de las pedaladas, río cuando los mastines me persiguen, río cuando las vacas están en el camino, río de forma estrafalaria y tonta, río que vas a dar a la mar. Los días ya no favorecen la aventura, ya no están hechos de la improvisación de la madrugada. Ya no apetece dar pedaladas. Ya estoy muerto para la carretera.

La voz ajena y pura nos acerca al alma

para sentir que la vida aún es víscera. 

 Hay en el  periódico una foto de Gloria Fuertes con Mari Trini. Hay en la calle un calvo insomne, un calvo duro de pelar, un calvo asceta. Luis Cernuda dice: Por la costa del sur, al lado del mar, en un cementerio. Dice eso y luego siguen unos versos llamando a la muerte porque el poeta está cansado de vivir. El cansancio de vivir es muy aleatorio: igual visita palacios que chabolas. La dulzura de vivir, sin embargo, no se dice, se oculta para que no se vaya de nuestro lado. Los niños saben mucho de la dulzura de vivir; para ellos, la vida es un almíbar de juegos y de danzas en el patio. La dulzura de vivir empieza en la cabeza, baja al alma y luego rodea todo el cuerpo y el cerebro y nos hace felices. La blanca juventud miramos desarmados todos los que ya peinamos canas.

Hay gente con la elocuencia de decir la vida.

Y hay gente que muestra la muerte a quien habla.

 Estoy descentrado. Escribo mal. No son mis párrafos algo con unión de poesía. Pero seguiré escribiendo a ver si cojo el tino de las palabras bien dichas. Dice el poeta: la luz que desnuda el sol... y no sé si tiene mucho sentido. Suena bien, eso sí. Luz, sol, desnudez de la realidad, plenitud del mediodía que el astro rey trae como un presente al día, etc., etc. Sin embargo, yo invento aceras tendidas y esclavas perennes, dulces ojos que veo en ellas, en las aceras que tanto traen a mi corazón de paseante. Yo no veo todo en el sol que triunfa. Yo lo veo por las ilusorias tardes en que no hay amigos en el camino de los cotidianos pasos. La gente es así: vestidita, anónima, dulce al mirar y al olvidar también. Y no escribo más que para rellenar esta línea y dejar de decir las palabras, las dulces palabras pecadoras de omisión.

Dejadme mirar este mundo que es mío un poco

y así, me dormiré en él a mediodía, cuando la sed rompe el deseo.

 Me dice el horóscopo que llame a esos amigos que tengo y pasarlo bien. ¿Dónde están esos amigos? Amigos de charlar tengo alguno. Amigos de salir, ninguno. Vaya horóscopo. El tambor de hojalata resuena y resuena por los portales donde la gente se apabulla de miedo a la calle. Se rompen todos los cristales por el pum-pum del tambor de hojalata y no hay nada más que esa tromba de golpes en la piel. Es pacífica la mañana pero la noche trae criminales a los arrabales inmundos donde la luna rompe la cabeza del portador de la navaja inmunda. Muchos actos violentos recoge la noche para llamarla dulce noche de sueños mantenidos en el hilo de la paz. La noche no debería existir. Solo una luminaria constante de vela y sin dormir. De allí para acá pajaritos habrá y quizás los nocturnos calmen su ansia.

La música de la masa es absurda, bordea el salvajismo

y hace la noche agria, enfermiza, llena de odio.

 La sangre vendrá por los tejados, por las azoteas limpiando la senectud de la muchedumbre que se pasea tristemente por la avenida. Se acabó abruptamente el yo invito y tú pagas y encima, me cuentas tu vida. A la gente tóxica nadie la quiere frecuentar si no se arrepiente de sus calaveradas y obran bien, si es que saben qué es obrar bien. En su diccionario no aparece la palabra generosidad y de tanto guardarse la cartera la van a sacar brillo. La columna vespertina hace lucir un niño pequeño que quiere aprenderlo todo menos la racanería de su padre. Los ojos dicen más que la boca, esos ojos indolentes y callados y atentos a los demás, pero sin sentir nada de los demás. Los peces eran tan pequeños que se colaban entre los dedos como burbujas de coca cola, como cerillas sin prender, como las pestañas de los gitanos.

Los jardinillos abren la cancela de los sueños. No vamos ya con él

y se agradece, se agradece.

viernes, 25 de octubre de 2024

 Lo que ignora el viento, lo ignora la muchedumbre de gentes que acuden al metro por las madrugadas lisas y sombrías de la ciudad. Somos débiles como los ángeles que no se hacen presentes a los hombres en las calles, debajo de las farolas, en las cárceles, sobre las vías del tren, bajo la acacia fina y encima de una nube pasajera y olvidada. La voz sin materia surge de entre la canalla que no quiere trabajar y elige la pancarta y los gritos en las manifestaciones. Los trabajadores luchan ellos solos pues hasta los sindicatos vendidos al poder no les hacen caso. Los trabajadores están al albur de los jefes, de las horas, del hambre y el cansancio. Y esto no lo arreglan los sindicatos en la calle. Malditos sindicatos y líderes sindicales: no hacen nada. Humildemente respirando, el obrero va de su casa al trabajo y nadie le ayuda.

El poniente morado de la tarde llega, como llegó el día, como llegó la muchacha,

como llegó la hora de trabajar.

 Un político de extrema izquierda ha dimitido por ser un abusador de mujeres. No veas cómo trata la noticia El País. Con qué sutileza, con qué cariño hacia el abusador. Ese periódico que está todos los días sacando noticias de abuso sexual. Como es de los suyos, pues pone mucho cuidado en no destapar la noticia y tratar a ese político de extrema izquierda como si hubiera cometido un error leve. Otro periódico, El Mundo, trata la noticia de modo claro y contundente. En España, no es lo mismo ser un abusador normal y corriente que ser un abusador de extrema izquierda. Los de extrema izquierda gozan de una dispensa en los periódicos de izquierdas. No vayamos a hacer daño a uno de los nuestros. Destapemos la noticia poco a poco. Así que lal objetividad que debe tener un medio informativo, no la tiene.

Mola mucho ser de izquierdas en España.

Se te respeta más.


 El cajero del supermercado bostezaba. Yo le dije: hay sueño. Sueño y hambre, respondió él. No se debería abusar de un trabajador en ningún trabajo. Sale en los periódicos, a menudo, que las empresas abusan de sus trabajadores al hacer una inspección de trabajo. Mucho ministerio y los abusos se siguen dando. Yo también venía en el cercanías, ese que da ahora tantas incidencias, muerto de hambre y sueño. De los interinos se abusaba y se les llenaba de horas mientras otros profesores se pasaban la vida loca. Repito: no hay que abusar del trabajador. El trabajador ya hace suficiente con echar sus horas. Yo pido una manifestación por el abuso en los trabajos.

La solidaridad con el trabajador debe ser fuerte y sin duda.

Viva el trabajador contento en su trabajo, muerte a los abusos.

 No sé muy bien de qué escribir pero algo saldrá de mi cabeza en el transcurso de estas líneas aleatorias. Ayer me levanté con mal cuerpo, muy cansado y eso que dormí bien. Por la tarde me senté en una plaza con mi hermano y estaba feliz. No se está feliz todos los días, así como tampoco se está triste por siempre. La gente oculta su felicidad, no se la vayan a estropear. Según Rojas Marcos, se hizo una encuesta en el año 95 en España y siete de cada diez españoles dijeron estar más felices que tristes. La felicidad es muy relativa, como todo en esta vida. La felicidad se compone de muchos factores, la felicidad es como un traje hecho de muchos trapos diferentes. La felicidad total solo la consiguen unos privilegiados. Echarse la siesta no da la felicidad, pero dormir bien por las noches es índice de felicidad. Y ya he escrito algo. Ponte contento si no lo estás. Olvida los agravios y la pena y lo conseguirás.

Al despertarse un hombre, se desata la alegría por el cielo.

El amor a las cosas del mundo, ese pájaro, esa nube, trae remedio al corazón afligido.



jueves, 24 de octubre de 2024

 Ayer vi una peli en el ordenador. Era de 3 viejos y un profesional que cometen un robo. Hacen un butrón en un banco. Enseguida los cogen. Está basado en hechos reales. El profesional logra huir. Los sucesos se remontan a 2018. Me lo pasé bien. Decían ayer que está haciendo una temperatura primaveral. Unas amigas mías estaban de noche por ahí, paseando y comiéndose una hamburguesa. Yo leí en el comedor y luego me acosté, lamentándome de no disfrutar de esa temperatura. Los olmos se baten sobre la tierra como pidiendo agua. ¿Qué puede pedir un olmo si no? Las estaciones de tren recogen el ansia de los viajeros y lo distribuyen cada vez más lejos, más lejos. Decía un profesor mío que el dolor es un sistema complejo. Se refería al dolor físico. Pues no veas el moral.

Calles musicales, inopinadas, altas que suben al castillo, calles anchas y dulces.

Un pueblo, unas calles tranquilas. Solo pasear, pasear.

miércoles, 23 de octubre de 2024

 Me gustaría ser trovador en las tabernas y decir sinceramente que este mundo no lo aguanto. Pero de modo lírico, eso sí, con muchos versos que rimen y mucha comparación lúdica y pueril. Me gustaría ser convidado en una fiesta de hacer uno lo que quiera. Me gustaría cruzar el Atlántico y enamorarme de él, a voces con el infinito marino. Lo que voy a hacer a continuación no tiene nada que ver con fiestas ni tabernas: voy a ver si veo a un amigo, un amigo con bigotes, un amigo calvorota, un amigo coracienzudo. El mediodía ya llegó, las naves están en el puerto junto a la bandera blanca, salvad del puerto la bandera blanca.

Astutamente escondí mi alma a los humanos.

Discretamente me fui salvando de los rumores.

 Los jugos amargos no llegaban a mi boca, no destacaban en su sabor pues yo era ingenuo y tonto como puede ser un niño. La gente espabilaba y yo llevaba a rastras una enfermedad. Me dolía todo. Me dolía la cabeza de llevar dentro monstruos y hombres llenos de carbonilla. Me dolía la imaginación de llevar dentro de mi alma el eco duro de mi destrucción. Mi voz se rompía contra el aluminio y las voces de los borrachos, muy adentro de la noche, muy adentro de mi cerebro. Mi madre sacaba una aceitera, preparaba tres tortillas francesas y nos íbamos a acostar porque yo o mi hermano estábamos malos. Los insectos me roían las noches, las alteraban hasta que, al amanecer piaban los pájaros con tesón. Y parece que todo ya está bien, no hay que sudar ya más. Agradezco a mis padres la resistencia que tuvieron.

El color del dátil, el color de arena

lo hemos probado algunos en esta tierra.




 Me encuentro en un momento de amargura. Todo me disgusta. No tengo muchos con quién charlar. Viene el invierno. Voy a cumplir años, que ya no hace nada de gracia. No paseo por Madrid, por Miraflores, por Navacerrada. No paseo por la naturaleza. Leo bastante, sin embargo. Por las noches, leo. Paso por la ciudad atrapando ambientes con la vista. Y no me gustan. Al que atrapa ambientes con la vista, en francés, le llaman flaneur. Al aburrimiento de la vida, en inglés lo llaman spleen. Quizás solo sea un sentimiento momentáneo que dure dos meses, noviembre y diciembre. Pero ahí está el sentimiento molesto y puntiagudo. He leído que ha habido una reyerta en Torrelodones. Da ya miedo ir a los sitios. Y yo sigo con mi melancolía, ensuciado con una melancolía asquerosa que se me pega a la sien.

Si das un beso a tu enemigo, sale luz de tu costado.

Tu enemigo es una persona como hay tantas por la vida.

 Los pueblos se desgranan por la geografía española. Son pequeños en población, pero resisten. La España vacía, como la llaman, no está tan vacía. Hay gente. Si no hubiera gente, los pueblos estarían de más. El pueblo donde yo nací no está abarrotado pero hay gente. Hay supermercado, hay bar, hay escuela, hay ayuntamiento, hay sala de eventos y hay una cancha de fútbol. Y hay casas en pie todavía, bastantes casas en pie y otras que se han construido por gente enamorada de ese pueblo donde yo nací. Pero voy a contar que el día de los Santos, estuvimos mi hermano y yo en la plaza todo el día y no vimos a nadie. Total: a la gente de mi pueblo le gusta estar en casa. Eso no quiere decir que no haya gente sino que no sale a la calle.

¿Por qué la llaman España vacía?

Si estuviera vacía no existiría.

 Antes, leía u oía una noticia y no me llegaba, no me hacía sentir ni mal ni bien, como si no me atañera. Hoy en día, cuando oigo o leo una noticia me pongo mal por si algún alcance tuviera en mi vida lo que relatan los periodistas. Además, antes, las noticias las veía como un entretenimiento leerlas porque me parecían de cómic, nada serio, no las daba la mayor importancia o las relativizaba como si fueran de otro mundo fuera del mío. Ahora, las noticias de medio ambiente me causan preocupación. Las noticias de sucesos me dan miedo, no esté yo en el escenario de las navajas y de las pistolas. Las noticias de posibles tragedias como la de este fin de semana sobre el tren que descarriló me ponen enfermo, me ponen malo, no sea yo el que vaya en el tren ese. Y así todo. Lo que menos me molesta son las noticias políticas porque yo ya sabía que este gobierno se corrompería. Todos se corrompen. Eso me da igual porque viene otro hasta que se corrompe también. Las noticias me ponen malo, me ponen enfermo.

La suciedad va llenando la ingenuidad del que calza unos zapatos.

hasta que todo está sucio, maloliente y basuriento.

martes, 22 de octubre de 2024

 El llanto es inmenso cuando nada hay más que el llanto. Pero se sale de ahí gritando o maldiciendo una temporada loca y no sabemos lo que vamos a vivir los seres humanos pues esta vida es muy incierta. Los perros de la madrugada nos despiertan aterradoramente pero hay que hacerlos frente. Y yo pasaba por allí y llamé y me dijo que no había solución, que todo está muy malamente ya para ella. Y también me dijo que las lunas ya no las ve, de triste que está. Y dice también que la vida cada vez es más difícil porque todo está muy caro y la vivienda y la sanidad y el coño de tu puta madre. Y es así. Solo dije: es así. Tienes toda la razón. Serán las guerras, el frío, no sé, algo que todo lo estropea. Y seguimos llorando, llorando, llorando.

La mar suspira, maldice, nunca ignora.

La Tierra, muda, también sufre.

 Ya solo me quedo y preparo mi esqueleto para el aire frío, para las inmundicias que reparte el día, para lo tenebroso de la noche. Y estoy a gusto sin embargo porque las luciérnagas acuden todas las tardes de este invierno envidioso a verme o a ver las costuras de mis huesos con mi carne. Es la cumbre por fin, la última cumbre que subiré ya perdido el alado pensar, los pies ligeros y el cuerpo galante y poderoso para subir los peldaños de casa. Suena un aldabonazo y es ella, la mujer que me conducirá el resto de mis días, la mujer inalterable, la mujer que sabrá mis males mientras otros mendigan en la esquina.

Derrochan todo su dinero, como si siempre hubiera

para luego, desear lo ajeno.

 No le quedaba al libro de versos más remedio que ser feliz pues si no, nadie los leía. Pero los versos se acabaron un buen día, todo el mundo los había leído ya y habían pasado de moda. Vinieron otra generación de gentes que preferían la poesía melancólica. Sin embargo, había un señor que no hacía más que pasear por la ciudad que seguía frecuentando esas poesías alegres que le regaló su abuelo. Y ya fuera por las poesías, ya fuera por su natural optimista, este señor consiguió la pirueta vital de sentirse alegre y motivado por la vida. Y así, un día ingresó en una residencia para bien morir y lo primero que hizo al pisarla fue leer su libro de versos felices y mirar por la ventana de su habitación y vio un árbol, un pájaro y un insecto que rondaba por el cristal de la ventana.

Mañana se escribe con ñ de coño.

Y ayer con la y de poya.


 La vida es ella y nada más. Nos ha tocado un tiempo para vivir. No podemos elegir pero hay que disfrutar de esta vida impuesta como sea, como sea. Las aceras se tienden como conchas de tortugas, como lo más esclavo que hay en la ciudad, todo el mundo pisándolas. Han sido creadas aceras: con sus baldosas que parecen de chocolate, baldosas que se yerguen para que los ancianitos se caigan y el ayuntamiento, por fin, las arregle. Las aceras son amigas de las farolas, que, a eso de las 8 de la tarde, se encienden, iluminan a sus amigas las aceras para que la gente vea su desnudez, su esclavitud, su ninguneo, su sumisión total a los pies de los viandantes.

La luz habita la habitación, el patio, el portal, la calle y las gentes

para que no estén del todo solos, para que una luz los asista a sobrevivir.

 Hoy he ido a por unos boquerones. Al salir del supermercado, me he encontrado con un amigo que tiene problemas en el trabajo. Me los ha contado. Parece que quieren prescindir de él así que le ponen las cosas difíciles y le tratan mal. Yo le he dicho que confíe en el tiempo si ahora no entiende nada, con el tiempo verá todo más claro. Es un consejo manido, torpe pero es lo que se me ha ocurrido. Le he recordado también que estuvo en otros trabajos y fue incluso más duro, que los recuerde para poder entender estos problemas actuales. No he sido de mucha ayuda, creo, pero le he escuchado. Lo veía todo negro pero tiene la ventaja de que tiene plaza y nadie se la va a quitar. Estará mal unos días hasta que el lío que le quieren hacer se resuelva, pero confío en él, es un gran tipo y saldrá adelante.

Palitos en la ruedas ponen muchos.

Pero llega un momento en que los palitos se acaban.

lunes, 21 de octubre de 2024

Si hace sol, iré a dar un paseo esta tarde. Atardecerán mis pasos tontamente. Si hace sol, esta tarde llegará muy lejos en la memoria de los ancianos que desayunan tiempos antiguos recordándolos. Si hace sol esta tarde, principales adolescentes llenos de vida darán vueltas y más vueltas a su amoríos, los adornarán con hojas de alibustre muy verde, muy verde. Me ducharé esta tarde que así lo quiere el sol que saldrá para vernos más, querernos más y hablarnos más. El otro día pasé un rato muy agradable con la vecina hablando de la bolsa, de las pensiones y de cuando ella era joven y guapa. Los días se suceden, los reyes, también. Ojalá suceda que haga sol esta tarde.
Te encuentro en la mitad de la muerte

para darme consejo, para decirme que huyo, para saber qué soy yo.

 Fuertes, ínclitas razas ubérrimas lucharán contra sus políticos de mierda. Las copas de los árboles dicen mucho y muchísimas veces sobre el ser humano que pasa por debajo de ellas. Dicen mentiroso, ladrón, tirano, hijo de puta, sanguinario, triste recuerdo de las fieras. Y los árboles se agitan un poco con el viento, con la brisa auspiciadora de bienes comunales. Y los árboles luchan todos ellos por resistir los embates de los humanos, tristes sombras de carne maltrecha. Y las hojas de hierba y los gusanos y las lombrices y los caracoles que sufren la sequía, la melodramática sequía de años torcidos saldrán a decirnos: no me pises. Pero los pisarán porque no hay otra cosa mejor para hacer humanos-gusanos que la política y la ideología a la que cada uno está adscrito tontamente, absurdamente, imbécilmente. Y luego, que qué ricas están las gambas a base de dinero público que no es de nadie.

Solo hay una única palabra para los poderosos:

tiranos de los pueblos que gobiernan.

 Salgo a la calle a esas aceras sucias y veo a los mismos tomando café en una terraza. Pienso que poetastros malditos llenan páginas con poemas inútiles para maldecir la púrpura gastada de la musa. Salgo a la calle, he dicho. Para ver qué tipo de venganza está escrita para estos que vivimos, para estos que pisamos la calle desordenadamente, sin seguir ningún rito a la hora de levantarnos de la cama. Somos almas impuras que pisamos el impuro suelo, que amagamos con morir a la menor amenaza que nos hace la vida. Somos como perros vestidos de azul, de naranja o de rosa haciendo cábalas sobre nuestro futuro más cercano o más improbable. Somos perros que matamos por cincuenta euros. Somos la basura de la Creación mientras un gusano se transforma en mariposa.

Una música lejana de obreros que se manifiestan por su trabajo

llega al palacio. No harán caso esta vez. Están ya llenos de billetes.

 Los mares, los lechos, los conventos, el hall de los hoteles, los palcos de los estadios de fútbol, las iglesias, los cohetes espaciales, la esquina de los que piden, mi propia habitación, ese banco donde se sienta el anciano por las mañanas, ese punto kilométrico de la gran carretera que conduce a Málaga, ese dolor en el costado, esos ojos operados de cataratas, ese hombre disfrazado del pato Donald en Sol, ese asiento del vagón del metro tan sobado, ese sentirme triste a veces sin saber por qué, ese sobrino desconocido que vive no sé dónde, ese pupitre de colegio tan lleno de niño, esa playa de arena suave que no llega nunca, ese mirar como un mochuelo a ver qué pasa y no pasa nada, ese oso y ese madroño, ese muro que separa la vida de la vida escolarizada, ese yo que anda envuelto en tanta tontería material y gris.

Buscan su cal y su ladrillo, buscan un sueldo justo

y los políticos los engañan trincando de lo público.

 Hay periodistas y gente del arte y la cultura que tiene derechitis y otra gente del arte y la cultura y periodistas que tiene izquierditis. Estas alarmantes hinchazones se extienden en la población como si fuera un virus. Los de la derechitis, están todo el día echando la culpa de lo que pasa a la derecha y los de la izquierditis, a la izquierda.Y así se tiran los días confundiendo la política con los hechos de la vida. Y resulta, que todo el que toma el poder en España, se corrompe, da igual la derecha que la izquierda. Todos son unos ladrones desde el mismo día que entran en la Moncloa. Son todos gentuza de la peor calaña que dicen que van a regenerar la democracia y, en cuanto tienen ocasión, se forran los bolsillos de billetes. Ni el psoe ni el pp han demostrado nada más que saber robar hasta que les pillan. No les preocupa la vivienda, el transporte, el paro ni la educación ni la sanidad. Solo que su mujer se forre o los ministros se forren. La calidad democrática se la pasan por el culo y parecen decir: viva la corrupción.

Ahí va uno del psoe.

Otro ladrón como los del pp. 

sábado, 19 de octubre de 2024

 No sé qué escribir pero ya irá surgiendo algo por el camino. Las familias de hoy en día son bastante raras, van conducidas por esta sociedad de hoy en día, llena de prisas y aceleramientos. Por internet he visto este chiste: antes, las parejas tenían cuatro niños. Ahora los niños tienen cuatro padres. En fin. No hay nada raro en estos tiempos sino que es producto de estos tiempos. Me parece que a esta sociedad y lo que pare se le llama líquido. Trabajos líquidos, matrimonios líquidos y así todo. Son cosas que no duran, que no se fraguan con los años. El mundo va así y nosotros vamos con el mundo y así ha de ser. Las relaciones no duran mucho y hay que aprovecharlas al máximo.

Un latido del corazón es un sonido y movimiento importantes.

Hagámosle caso al latido de corazón.

 Se le olvidó decirle que tenía una hermana gemela. Y una vez que se cruzó con ella, la saludó y ella dijo que no le conocía, que era la hermana gemela de Beatriz. Pero no coló y el hombre se puso como una fiera. Cómo me vienes a mí ahora con hermanas gemelas ni niños muertos, dijo. Tú eres Beatriz y no me quieres saludar, tú eres una cara dura. Lucía, la hermana gemela de Beatriz se sacó de la cartera una foto con ellas dos juntas e intentó enseñársela pero no hubo ocasión, tan fuerte era el berrinche que se había cogido el hombre. Así que se separaron, Lucía pensó en regañar a Beatriz por no haber advertido del detalle al hombre y el hombre pensó en ver a Beatriz en otro momento para echarle la bronca. Así quedó la cosa hasta que el hombre vio otra vez a Beatriz y le contó que no le saludó el otro día. Se me olvidó decirte que tengo una hermana gemela. Pero el hombre ya no se creyó nada y mandó a la porra a Beatriz.

Confusiones las hay a todas horas.

Nosotros debemos evitar como sea esas posibles confusiones.

 Antes, cuando veía un viejo, no me pasaba nada. Pero ahora, cuando veo a uno, me pongo malo porque pienso en mi propia vejez. Ayer en el autobús vi dos jóvenes que iban hablando sin sonrojo alguno de las drogas que se iban a tomar esa noche. Luego fui a una biblioteca a leer los periódicos y vi muchos jóvenes estudiando. Hay de todo. Y con eso hemos de tirar para adelante. No es mucho lo que me es dado vivir pero solo por lo que me es dado vivir, debo estar alegre y contento. Con mi hermano puedo estar acompañado y feliz. Con mi hermano puedo ir a un sitio o a otro a ver cosas. No estoy solo. No me siento en soledad. La soledad es mala compañía, si vale la paradoja. La soledad impide cosas y quita las ganas de hacer cosas. Es mala la soledad. Los ancianos se quedan solos. Es una pena.

Por muy solo que estés siempre habrá alguien que te quiera.

Que te salude, que pregunte por ti, que te pase la pelota.

 Siempre hay motivo para la alegría, aunque esa alegría sea contenida. Tampoco es cuestión de ponerse a beber y a bailar por el hecho de estar vivos. Pero por el hecho de estar vivos, merece la pena una celebración del mundo y territorio que habitamos. La principal norma que tenemos los que no nos hemos muerto es que hay que vivir como sea, dar gracias a Dios o a quien sea que movemos las piernas, los brazos y tenemos la mente al día. Personas que están en una silla de ruedas, impedidas, quizás nos dieran una lección de cómo estar alegres por el simple (no tan simple al final) hecho de vivir. Como me dijo una amiga: estamos vivos. Solo con eso ya podríamos tirar millas. Hay que alegrar el corazón con la idea de que somos unos privilegiados históricos (hace solo 200 años, la gente moría alrededor de los 50) y somos unos privilegiados comparativamente (no todo el mundo tiene techo y comida) y somos unos privilegiados mentales (no todo el mundo posee sanidad mental). Así que levántate, da gracias y pasa el sábado sin rencores ni malos humores. Recuerda que ¡¡¡¡¡estamos vivos!!!!!!!

La vida puede considerarse un regalo, el mayor de ellos.

Agradece, anda, canta bajo el agua, come y vive.

 Hay un bar en Majadahonda bastante grande que ofrece desde menú del día a pasteles y cervezas y vinos y comida para llevar. Pero lo que más llama la atención es que los camareros que hay, que son unos cinco o seis, forman una verdadera familia. Se apoyan unos a otros, pasan mucho tiempo trabajando en ese bar y consiguen dar ese aire de compromiso cada uno con su compañero de trabajo. Es bonito observar ese aire que ya no es artificial sino que es sincero, de unidad de todos los camareros. Si las familias fueran como esta que se crea al abrir las puertas de amanecida hasta por la tarde, el mundo sería ideal. No he visto nunca que regañaran estos camareros, no existe la envidia entre ellos, no hay un resquicio al mal amor en el desempeño de su labor.

Con los que vivas la vida, no regañes,

trata siempre bien a tu compañero de existencia.

viernes, 18 de octubre de 2024

 Alguien empuña la aldaba y no es en vano. Un conocido, un amigo ofrece un rato de charla. Eso es todo. Y ahí es nada, según andan los tiempos. ¿Quién se para con un vecino a charlar? Es de épocas pasadas, es de cuando existía la vecindad, de cuando se conocía la gente, se saludaba ampliamente, no solo el hola y el adiós consabidos. Estamos pasando unas épocas en que conocemos a la estrella de rock en sus más íntimos asuntos y no sabemos qué le ocurre al amigo o al vecino o al conciudadano. Y así nos va, somos islas, somos núcleos que nunca se relacionan con otros núcleos. Y si preguntas por la causa de esto que está sucediendo, te dicen: a saber cómo son los otros. Más vale seguir en lo nuestro, en nuestro círculo y no saber nada de los demás. Y así, hay círculos familiares extensos y circulitos pequeños que andan solos, un poco a la deriva, sin saber de nadie ni nadie sabe de ellos. A qué mundo asistimos tan solitario, tan exclusivo, tan frágil, en suma.

Igual que una mañana o una tarde,

que surja la amistad de una vez.

 Miro un paisaje urbano que me da internet en el ordenador, antes de empezar a hacer cualquier cosa en internet, y me quedo anonadado: unas casas fuertes y bellas, todas de piedra, por donde pasa un canal de aguas limpísimas que reflejan esas casas. Uno piensa en el norte, en tierras de Holanda o de Alemania, donde todas las cosas tienen una rotundidad apabullante. Uno piensa en tierras donde había dragones y princesas, castillos y alcázares inmensos, caballeros muy bien ataviados para ir a la guerra o a la paz, adonde les mandaran los reyes de aquella época. Y luego, está el sur, donde nada perdura, donde la cal hace las casas, donde los hombres parecen de alfeñique, donde el Cid se vendía a los árabes, donde Juana la loca y donde el descubrimiento de América. ¿Y quién sale ganando? Siempre, siempre, el que sabe hacer dinero pues es el caballero más poderoso de la Tierra.

Somos creaciones conclusas que salimos a la vida

para volvernos locos una vez en ella.

 Calamidad es palabra que nombra a una catástrofe y también define a una persona que no se ajusta a lo esperado o que hace burradas sin cuento. Los calamidades parecían tener poco asiento en la sociedad pero cada vez tienen mas aceptación: es un índice de cómo la sociedad va transitando hacia el salvajismo. Los calamidad o los calamidades, que no sé si tendrá plural esta palabra, también tienen un punto divertido pues ellos (los calamidad) no saben comportarse de otro modo, no se ajustan a este mundo de formalidades sin cuento, responden a su naturaleza con toda la espontaneidad de que son capaces. Los calamidad no sé si encuentran trabajo, no sé si estudian, no sé si se portan bien o mal, pero siguen su instinto y son francos en su negación de las normas. Pobrecitos, ellos obran como pueden, no como los enseñaron. Un saludo a todos los calamidades del mundo.

El fuego va quemando, va quemándonos por dentro

y, de resultas, la combustión afecta seriamente a la salud.

Un periódico. Leerlo, pensarlo y ver cómo va la vida de estos que somos seres humanos metidos en un calcetín. Y la vanagloria y el éxito de algunos que casi se salen del calcetín. Pero no nos equivoquemos: vivir es vanidad de vanidades. Nada queda, todo pasa. Aunque algunos parecen endiosarse y afamarse con estatuas, libros y otras obras de arte, todos pasan y todos son olvidados por las generaciones que vienen. Esos chicos que hablan dos idiomas por lo menos (inmersión lingüística en inglés), que van a todas partes en una furgoneta, que son erasmus, que son viajeros por naturaleza; esos olvidarán a viejas antiguallas como Almodóvar, como Pérez Reverte si no los han olvidado ya o no se han dado ni cuenta de su existencia. Y ellos, erre que erre, a hacer películas y libros. ¿Para qué queremos tantas películas y tantos libros? Prefiero uvas pasas a Vivaldi que me dan más calorías.

Una palabra pronunciada durante el sueño

se hace realidad frente a un café oscuro como el infierno.

 Ya va haciendo frío. A lo mejor este tiempo preludia las nieves por los Santos. Ayer me leí un alfa y omega. Y me lo pasé bien. Por la radio oí a qué se dedican los políticos: a insultarse. El ambiente es muy mísero últimamente. Corrupción, descalificaciones, etc. Como los caballos desbocados, así va el asunto y los asuntos públicos. Luna remota, hachazo de luz que no alumbra. Eso es España. Nos miramos la patria los españoles y no vemos más que cansancio y suciedad. ¿Para qué enseñar a los niños? ¿Para qué educación? ¿Para qué los buenos modales que nos enseñaron nuestros padres? Para que unos representantes públicos lo echen todo abajo. Estamos bastante hartos de unos y de otros.

No abras la boca si la abres para insultar.

Estate callado, mirando y escuchando nada más.

jueves, 17 de octubre de 2024

Aquí esperando en una sala a que traigan a Carlos de la operación de los ojos. Le han puesto de paciente. Unos patucos, una tela para el pelo y una bata. En fin. Hemos llegado a las 4 y son las 6. Me aburro. Por eso escribo esto pero creo que ya tarda poco en salir y largarnos.  Esto de hacer favores a los amigos no mola mucho pero a lo mejor soy yo otro día el que lo necesita. ¿ Y quién se ofrecerá a ayudarme.

 Los sistemas sensoriales o sentidos están como incrustados en el cerebro. Ojos, boca y nariz van derechos al cerebro cuando algo les excita. El tacto, sin embargo, se distribuye por las manos principalmente. La Transducción se llama a que uno de esos sentidos lleve información al cerebro de eso que ha sentido. El gusto, evolutivamente, nos ha protegido de morir envenenados al tener las plantas venenosas un sabor peculiar. La vista nos protege de no chocar con un camión o con una baldosa levantada, de esas que hay tantas y el ayuntamiento no arregla. Y los oídos nos resguardan de algún accidente al ser los sonidos asociados con peligros. Por ejemplo, el pitido de un coche.

Cuando te quedas sin sentidos, te quedas muerto.

No te quedes sin sentidos.

 Un señor va a operarse de cataratas al hospital. En el hospital le han dicho que traiga acompañante. En vez de pedírselo a su hija, se lo pide a sus amigos. Un amigo cae en la trampa y dice que sí le acompaña. Quedan a las 3:30 para coger el autobús. No tengo para el autobús, dice el operando. Bueno, yo te paso el bono, dice el amigo. Le operan, siempre acompañado de ese amigo. Al salir del recinto de la operación, el operado dice: tengo hambre. Y el acompañante le compra un zumo y un bollo. Qué solo y triste estoy, dice el operado, pero ya podré ver la tele y leer novelas. Qué bien, dice el amigo. El operado se baja del autobús en su parada y el amigo sigue su camino. No hace un favor más a este tipo. Que lo haga su hija.

Favores a los amigos,

ni pagados ni agradecidos.

 Si fumas en ayunas se te llena el cuerpo, la sangre, de glóbulos rojos. Eso es lo que me dijo un taxista cualquier día a cualquier hora de la mañana. Y yo digo: si voy lleno de glóbulos rojos, como van a dar los médicos con los otros glóbulos y cosas que hay en la sangre. Y un médico me dijo: como reposa la sangre, los glóbulos rojos, que son más pesados, caen abajo y ya se puede analizar la sangre. Y ya me quedé tranquilo. es que no hay como la respuesta de un profesional. Es como me dijo un alumno un día: "hoy" es un adverbio de tiempo que no vale para mañana. Es que el día de hoy tampoco vale para el de mañana. Eso se llama un deíctico. Los deícticos señalan cosas de la vida cambiantes como "así", que unas veces será de una forma y otras veces, de otra; "yo", "eso", "aquí": son palabras que remiten a una realidad cambiante, para señalar cosas cambiantes de la vida.

Las historias comienzan con sol y piedras

para avanzar en los días, para ser otras piezas que se funden con la tierra.

 Lejos de las rocas, lejos de la monotonía, lejos de ti. Así voy yo por la calle, muy perdido, muy aseado pero muy perdido. Ya no sé cuál es este mundo que hay ahora. Me rodean chicos y chicas valientes que tienen hijos y van al bar. Como de lo mío, no tengo que pedir nada a nadie, por suerte. La vida es un desespero de la leche que se derramó. Los años han pasado y pasan. Un bucle infinito va dando vueltas y más vueltas a las horas, a la pena, a la migraña existencial. Los sueños de mediodía atacan a mi ser sin tregua, con la pasión de los animales feroces, con la fuerza de un caballo huido, con el tesón de un día malo que vivimos todos.

La semana emerge y acaba siempre, un sucederse.

Y nosotros en medio, atravesados por el cuchillo del tiempo.

 Me duele la vida por un costado y un ojo. El costado por lo que sufro y el ojo por lo que veo. Se ha llegado el fin de mi historia, ahora empieza la historia de otros. Otros, que, como yo, no ven el fondo de su existencia, ven un presente continuo, alegre quizás, sostenido en el tiempo. Parece como si algo me dijera: apártate. Y yo me aparto y un tropel de gentes entra por una puerta infinita. Las canciones dicen sobre el amor y otras cosas que tiene el mundo expuestas para ser amadas. Los caballos de la vida se cansan, olvidan su fuerza, caen derramados, exhaustos sobre la dura tierra. Está todo nublado, oscuro, vedado para el placer de vivir.

El árbol era un avance del viento, una verde sintonía de Dios.

Llovía. El árbol fue mi guarida, mi fe y mi salvación.

Esta mañana, tengo analítica. Me he levantado a las 10:30, me he duchado. Y me he puesto a escribir. La vida va que rula, que cansa, que gira y que mortifica. La vida es una adición azucarada de horas que matar. Fumo otro cigarrillo. Abro la ventana del escritorio. Entra algo de fresco. Parece que Venus transita por mi signo. Parece que poco a poco se llegan las 12:00. La analítica me la hacen a las 12:50. Vaya horas. Luego como algo en el hospital y vengo a casa. Y más tarde, a las 15:30, otra vez al hospital, a acompañar a un amigo que se opera de cataratas. Y luego ya, merendaré pan con tristeza, merendaré queso y sombras.

Toda la materia del mundo

se resume en una tarde.

miércoles, 16 de octubre de 2024

 Me he dado un paseo por la mañana, en el sentido más metafórico del término. He paseado a través de la mañana, en la mañana, por la mañana. Y he visto chicos de instituto que tomaban coca colas, que comían pasteles de la tienda china. Era abrumador tantos chicos allí formando corros, dando vueltas por el parque y por la calle. Me he visto muy perdido por algunos minutos pero luego ya me he centrado y he decidido que mi paseo fuera más largo y me echado a andar, a andar. He pensado cosas como la contaminación de los coches, la ausencia de insectos, el agua que no cae, etc.

La mañana ha cumplido con su cometido:

nos ha albergado en su seno, nos ha dejado vivir en ella.

 Ayer martes le dije a mi amigo que no iría con él al hospital. Pero me arrepentí, pues le había dicho que sí iría con él. Va a operarse de cataratas. El asunto es que yo tengo hora a las 12:50 para una analítica. Iré al hospital, me haré el análisis y vendré a casa y a las 15:30, quedamos en la parada de autobús para ir con tiempo, pues la operación de él es a las 16:30. Hoy he estado con mi  amigo para decirle eso, que sí le acompañaba. Y me he quedado muy a gusto porque no quisiera que se me llamara hombre sin palabra.

Di algo y todos te oirán.

Escucha y calla y aprenderás.

martes, 15 de octubre de 2024

 Esta mañana ha sido pesaroso salir a la calle a por el periódico. Poca gente y esa gente con cara de negarse a la vida, de dolor del despertar tras la noche durmiente. He visto a un amiga y un montón de recuerdos me ha transmitido esa ligera conversación con ella. Un grupo de gente a la que estaba yo unido ha resurgido de repente. La luz era escasa esta mañana, estaba todo nublado. He leído el diario por encima, muy por encima, y he vuelto a casa. Paco no estaba. Habrá ido de paseo. Nadie quería ser el río, nadie quería ser la muralla, nadie es la ciudad. Por las aceras limpias de odio queman sus días los impedidos, los locos y los que ya han perdido la ocasión de vivir.

Se arruga el animal que lo simbolizaba todo,

ese león oscuro contra el viento.

lunes, 14 de octubre de 2024

 Se hace el milagro del blog escrito. Poco a poco, surgen ideas, no muy nuevas, no muy espectaculares porque nada hay de nuevo ni espectacular en mi vida. Yo solo puedo aportar alguna idea que he leído, que he oído en la radio, así, de refilón. El otro día oí en la radio una idea sobre la vanidad de las cosas terrenales. No me acuerdo de las palabras precisas pero sí del ambiente que querían mostrar esas palabras. El viajero, ¿qué ve? El médico, ¿qué cura? y el escritor no escribe nada que no sea pasajero, mendicante de reconocimiento vano, estúpido muchas veces, digno de ser olvidado. Y así todo lo que hay en la Tierra. Todo pasa. Las generaciones que vendrán nos olvidarán. La hermosura, el estilo en el vestir, etc. Todo pasará. Lo que no pasará es la generosidad que hemos tenido con los demás pero eso es algo que algunas personas ni saben ni pueden permitírselo.

Algo innato es la generosidad.

Sea innato o aprendido, es bonita la generosidad.

 En la cabeza está todo, dice Jaume Blensa. Es un escultor que ha salido este domingo en el semanal. Es verdad. La parte más importante del ser humano está sobre los hombros. De allí sale todo. El hambre, el deseo sexual, el caminar, los sentidos... salen del cerebro. Yo tengo un cerebro ofuscado, mal encaminado si no fuera por las pastillas que me tomo. Tengo preocupaciones vanas, insidiosas, correosas pero debo apartarme de esas ideas que no conducen a nada. Los ríos fluyen, las esculturas sufren las incontinencias atmosféricas en sus peanas, yo no sé si fiarme de algunas personas tóxicas y el sol hoy no aparece en la ventana pero tampoco llueve. Nunca llueve. Los mendigos se refugian en el puente roto y mi barrio sufre la epidemia de las gentes que vagan a por la compra, a por la charla amena, a por el amor de otras gentes. Quisiera ser unas cuantas flores que adornaran las tabernas.

El avestruz en su estómago tenía cinco duros de plata.

¿Qué será el estómago?

Está uno bien, sin melancolías, sin tristezas injustificadas, sin rumiar siempre lo mismo. Tengo barriga y he de quitarme ese peso de encima, nunca mejor dicho. He leído en el diario que ayer hubo una manifestación por lo del precio de la vivienda. El gobierno no quiere que este movimiento se transforme en otro 15M. Es abusivo lo que se cobra por una mísera habitación, pero todos quieren vivir en Madrid capital. En Móstoles quizás la vida sea más barata, así como la vivienda. Los manifestantes iban moviendo sus llaveros, en simbología clara a la posesión de una casa, que es un derecho, no un negocio. Y así van pasando los días. Uno se levanta, acude al periódico, lee, fuma y hace el oso por casa. Voy a beber agua.

Aquí que es lo que pasa

que nadie tiene casa.


domingo, 13 de octubre de 2024

 Aquí ando despacio como pide el domingo. Hay gente que se queja del trato recibido. Hay otra gente que piensa y suma. Sale a deber. Pero perdón hay al desagradecido. No hay pájaros en el cielo. No nos dejemos tomar el pelo por arrogancias mentirosas. Y cansa ya esta actitud absurda. Valeo. Tu valeas.

sábado, 12 de octubre de 2024

 Doy un bostezo largo y me desperezo mentalmente solo para decir que el sábado está en otra parte. La gente ha salido en masa hacia no se sabe dónde. Ya es costumbre en la ciudad largarse en cuanto llega un puente (creo, no lo sé seguro) que la fiesta del sábado la han pasado al viernes. De todas maneras, solo nos hemos encontrado con un hombre pequeñito, tan pequeño que es como si no nos hubiéramos cruzado con nadie. Vaya paseo más solitario Paco y yo. Las ratas transmiten asco nada más de verlas y claro, las quiere uno muertas. Qué desdicha ser rata en este mundo. Qué poca gente quiere a las ratas, si hay alguien que las quiera. En fin, hemos dado un paseo, he bostezado, la vida sigue como en carrusel que no para. Y otra muñeca chochona!!!!!!

Los tronchos del fuego chillan horrorizados.

Los troncos de la vida son como niños.

 Los pulpos son siniestros según un estudioso de Harvard. Las algas y esas cosas viscosas se pegan a los costados de la gente y les provocan aprensión y otras cosas peores. La gente ya está muy lejos de mi ámbito, de mi portal, de mi cuerpo alrededor. La gente ha regañado, está confusa y enfadada y no quiere hacerse presente. La gente come a oscuras aunque sea mediodía. La gente anda de allá para acá y no se la ve, no se la nota siquiera. Parece una lombriz que se metiera bajo tierra. La gente tiene un perímetro, una zona, una oscuridad que quiere preservar para siempre ya, enfadada ya para siempre. La gente es terca, bronca ya para el tiempo en que nos conozcamos. La gente obliga a los demás a ser cautelosos y feos, malos y sinvergüenzas aunque no lo seamos.

Me gano el sudor con este pan tan duro.

Que de corteza parece de una encina. 

 Se pudren las sonrisas y no hay fiesta. Las aceras emiten un sonido inaudible cuando están solas y se alargan en las grandes avenidas. En Madrid siempre hay algún loco que despeja las dudas a los cuerdos. Quien no tiene libertad alude a que la vida le ha sido adversa. Quien teme, adelanta su futuro, un futuro hecho de malas personas. Por la Gran Vía anuncian espectáculos pero ningún espectáculo se parece a la rubia que pasó ayer por mi puerta. Hay gente babosa que se atreve a tocar lo tuyo, a mencionar lo tuyo, a querer lo tuyo. Pero la vida da grandes vueltas aunque sea a la manzana y rompe la vida ese temor a que lo tuyo sea del baboso. Muchos recuerdos para Toñi. Muchos besos reparte por allí cuando llegues. Muchos abrazos y besos y caricias sin  pasarte, ¿eh?

Los vivos nos parecemos a los muertos 

porque no nos besamos ni abrazamos. Qué solos los muertos y los vivos.

 De tanto madurar una idea, esa idea se hace molesta. Pero si das ocasión a pensar en otras ideas, esas ideas anulan la primera, la molesta o la hacen más llevadera. Me he echado la siesta, una siesta de dos horas y he ido a ver a mi padre que ha ido a ver eso de la bandera, en el parque de Colón. Echaban una película muy antigua, muy mala, de unos que entran en una cabaña y matan al que está en ella metido. Luego, hemos visto unos monos pequeños que andan en las ramas de los árboles. Y ya me he venido y me he echado un cigarrillo y he bebido un zumo multifrutas con 10 vitaminas. El sábado está más muerto que otra cosa. Ayer vi en la tele a una actriz que ha escrito un libro, una actriz andaluza. No me gustó el tema del libro (una mujer que lucha contra la burocracia) así que no vi la entrevista entera. La actriz-escritora era muy expresiva pero un poco fea, así que, ya digo, dejé de verlo.

Casi vivo de prestado.

Mi dinero ya no es mío y mi vida está contada.

 La vida dura poco y está bien que dure poco, para que no pensemos nunca que todo el campo es orégano y es todo para nosotros. La vida dura poco y hay que aprovechar y es sabio el que aprovecha y disfruta de ella a más no poder. Todo se va en un suspiro. La calavera que se pintaba en una esquina del cuadro era para eso, para recordarnos que es breve la vida, como el que entra a un bar, se toma algo y ya sale del bar, pues así es la vida. Entras, sales y se acabó. Esto no lo saben los niños, los niños no saben nada, solo se limitan a jugar inconscientemente y hacen bien. Quién fuera niño todos los días, todos los años. La vida también es como un globo que sube, sube y sube y, por aquello de la presión, explota y se acabó.

Tengo una barba que es una angustia 

y un bigote que es una tristeza.

 Paco pone música en el móvil. Luego oye la historia de Santo Tomás de Aquino, que era muy sabio. Procuraré echarme siesta por que así, mato un tiempo despreciable, el de después de comer. Para los amantes no es despreciable el tiempo después de la comida pero para mí, sí. Antiguamente, se cultivaba mucho esto de escribir bien, la gente aprendía mucho latín y todo eso que sirve, básicamente, para hablar y escribir bien. Ahora, la gente escribe y habla muy mal porque en la escuela secundaria, se piensa más en joder que en estudiar. Y en mirar el móvil. Todo el mundo mira el móvil a ver qué hay de nuevo. Son casi las 13:00 horas y el cielo sigue amenazante, con idea de soltar más agua.

La vida es una hora y nos acecha un puñal.

La vida dura poco y menos mal.

 Ayer fumé poco, veinte y tres cigarrillos. En los tanatorios no hay que reírse porque es una ofensa contra el muerto y la familia del muerto. En esos sitios hay que estar serios y buscarse una excusa, aunque sea peregrina, para irse pronto. Una es que de noche no gusta conducir. Otra es que los niños se han quedado con la vecina aunque ya los niños no se quedan con la vecina. Y así va todo en este mundo de vivos y muertos. Todo son excusas para largarse de un sitio e irse a otro rápidamente. Todo es prisa y aceleramientos. Queremos cumplir con unos y no nos sale. Queremos estar al partido de baloncesto del niño y a la comunión. Queremos estar con Dios y encendemos también una vela al diablo por si acaso. La gente quiere abarcar tanto que no llega. Solo llegan trozos de esa gente en cada sitio, no la gente al completo. No hay que estar en ningún sitio, yo creo. Hay que ser personas aunque sea de mentiras.

La vida nos encierra en el cuarto oscuro

y lloramos para salir cuando matamos la culpa.

 Me he bebido un zumo de frutas con 10 vitaminas. La cocina está impoluta, pero llena de cosas. Cosas de guisar, cosas de comer, galletas, un tarro de chorizo frito, otro tarro de espárragos, vasos, tazas, un cubo para ir echando cubertería y vasos sucios. Una bombilla se ha fundido y solo alumbra una luz en la cocina. A ver si lo arreglamos. Me estoy  leyendo la historia de un soldado que en la guerra asciende a teniente y le dan un puesto en el ministerio de asuntos exteriores. La casa está concentrada en sí misma, afuera las nubes son grises y amagan lluvia en todo momento. La voz de una niña me llega de abajo, del segundo piso. La gente está en las casas, en los pisos, porque llueve, porque es fiesta y porque no hay gana de salir a la calle nada más que lo imprescindible. A ver si me echo la siesta después de comer par matar el rato de manera inconsciente, durmiendo plácidamente.

Un ciprés maloliente llama a la lejanía

y esta viene, con torpe memoria, con ganas de alejarse otra vez.

 Se debe vivir bien en una capital de provincia como Segovia, no se pasa el agobio de Madrid y la gente es más pacífica. En Segovia hay mucha gente de paso que se admira una y otra vez del acueducto. Hace casi 2000 años que lo construyeron y sigue en pie. ¿No es ello portentoso? Andamos por la calle real. Real no viene de rey, de la realeza, sino de res, que quiere decir cosa en latín. La calle real sería la calle de las cosas, donde pasan las cosas. Allí está la estatua de Juan Bravo, que moriría en el cadalso por enfrentarse al rey Carlos I de España con otros comuneros. Las cosas, en Segovia, son más sencillas, no provocan alboroto, no trascienden. En Madrid capital las cosas tampoco trascienden, no se entera nadie de nada. Paseamos un poco por la calle real de memoria y nos encontramos a alguno del pueblo, un abuelo con sus nietos y le saludamos y vamos al coche y nos venimos ya para casa.

Segovia está dormida de mentira

y pasa un japonés haciendo fotos.

Cuando me he despertado, llovía mucho. Me he apañado un poco frente el espejo y ya no llovía. He aprovechado para llevar una gorra a mi  padre, que se la había olvidado, y he comprado pan. Por fin llueve. Son ya las 12:00. Mediodía. El plan de hoy pasa por escribir muchos blogs de estos y pasar el rato frente al ordenador. Hay lentejas para comer. Solo calentarlas. Supongo que estarán mejor que el día que las cociné (el jueves). Miro por la ventana llena de gotas, llenísima de gotas y afuera no se oye ni una mosca. No hay gente por la calle. Hoy es fiesta, día de la Hispanidad, como la llaman. La gente se queda en la cama, acurrucada y perezosa, y no se mueve. La gente, con la lluvia, no se mueve y se come unas judías pintas mexicanas y se vuelve a la cama.

Hay una lata de judías en la alacena.

Calentar y comer, calentar y comer.

viernes, 11 de octubre de 2024

 Paraíso en la Tierra no hemos encontrado, dijeron los viajeros mensajeros. El gobierno les dijo: salid otra vez. Los viajeros mensajeros volvieron a los tres años. Paraíso en la Tierra no hemos encontrado. Esta vez se reunieron los más sabios del gobierno. Será la geografía, dijo uno. Serán los ríos, dijo otro. El más sabio, con la tranquilidad de haber pensado y meditado mucho, dijo: es el hombre. Nada más que el hombre el culpable. Además, si los viajeros mensajeros hubieran encontrado el paraíso en la Tierra, no habrían vuelto a este país.

Que pasen hambre por mucho tiempo los gusanos.

Así sea.

 Un deseo frustrado de pasarlo bien me derriba en mi casa. Salgo a las calles: la gente va cabizbaja, va rumiando desdichas, va ciega de males. Se inunda el mundo de periódicos, anuncios, pisapapeles, bolígrafos, figuritas de bailarinas, ceniceros llenos de colillas, paramentos, aceitunas que recogen los niños gitanos, almacenes de cartones coloreados, mendigos de un dinero que no existe. En fin, vuelvo a casa. Y el deseo frustrado de pasarlo bien se ha vuelto el deseo fuerte de no sufrir, de estar por estar pero sin darle importancia a las cosas. La vida agota todas sus sorpresas, nos llena de la monotonía necesaria para llegar a la cama, de noche, y no pensar más que en dormir y descansar de estas miserias que andan por las aceras.

No tengo para ponerme elegante

y menos, ocasión de ponerme elegante.

 En las aceras sufren los caballos de la indiferencia. Están quietos y  malhumorados pues no trotan ni andan de allá para acá ni pastan la verde hierba. Los caballos de la indiferencia relinchan relinchos de ansiedad e impotencia. Su corazón descalzo bulle como un reloj muy apresurado e impaciente. Su corazón a veces teme y otras veces, se queda quieto ante la visión del cemento. Pequeñas calaveras de cuervos que amanecieron huidos avanzan y dan el primer paso para anunciar las penas de este mundo. Pero no siempre el presagio acierta. Las luces de las farolas dejan paso a las luces del sol en lo alto y las aceras respiran gracias a los niños que la pisan.

Con el alma dormida 

asumo las tragedias, las palomas truncadas, los ríos fecundos.

 La lluvia sigue cayendo y se va haciendo luego, se va haciendo ahora y luego y mientras tanto. La lluvia no perdona las vidas errantes, las que se alejan de la casa, las que andan cual lobos por la tierra. Son ya muchos los intentos de despegarme del lar oscuro, de aquellos que me querían tanto. Y luego, una persona buena que nunca ha soñado con Dios ni sus ministros me ha atado a la casa, al hogar, a la calefacción eléctrica. Son misterios que solo entienden dos hermanos, dos enfermos, dos errantes cabezas que no se asientan en la mediocridad de la gente pero que tampoco alzan el vuelo en pos de la paloma. Aquí están los dos, uno escribiendo y otro leyendo de los libros de la casa. Son aguerridos, son amigos, son de lo que no hay por la calle. Vuelvo de la calle: un honor antiguo me llama y me saluda fervientemente.

El espectro del mar me persigue aquí, en la meseta.

Me encontrará triste, la lejana caricia por la frente.

 No tenemos ni un pedazo de paz que llevarnos a la boca en este mundo. Todo es fatiga y sed y hambre de que todo vaya bien pero va mal. Los paseos hacen que la cabeza de los ciudadanos vuelen lejos y descarriados pero pronto deben estar en el redil de los tontos. Llevar el fuego un rato entre las manos nos da la esperanza de que las palabras seguirán el mismo sendero que la llama. No nos quedemos quietos porque el frío nos acosará prontamente. Multitud de formas y de cuerpos y de heladas frases para la posteridad ya no dirán nada, quedarán vacías entre los labios que las pronunciaron. Démosle vida a las palabras para que signifiquen, para que la corriente del aire no deje de ser canal preferible del hombre.

La construcción de mensajes es como un andamio espeluznado.

No sabemos nada, no sabemos nada.

jueves, 10 de octubre de 2024

 Aquí una mujer reposa para siempre.

Crio unos hijos, cosió y vivió de cara a la pared de su casa.

Todos me tienen por buena persona.

Vienen visitas y dejan flores.

El mundo hace tiempo que gira sin mí.

¿Dónde iré?

Dicen las lenguas que uno resucita para ir al cielo.

El cielo es reposar de una vida sin descanso.

Hoy ha vuelto la calma después del viento y lluvia de ayer. Tengo que hacer unas lentejas. El mundo derriba las vidas que viven de la mentira y la corrupción a duras penas. Son muy cucos los que roban y luego no quieren saber nada. Hay leyes horrendas que toma el gobierno y no da explicaciones a nadie. La luz de lo verdadero no triunfa en este país, solo triunfa la conveniencia de unos cuantos con otros cuantos no sé quién más culpable. Las palomas se derretían de puras palabras podridas, de lo vicioso que había en el mensaje. Poco a poco España se parecía a una república, a una república hecha de jirones extraños, jirones extremos. Por el voto se hacían crímenes de Estado. Pero bueno. Yo no sé de política, yo no sé del gobierno. Allá se las compongan unos y otros y, como dice el refrán: allá van leyes do quieren reyes.

Unas tardes de antes se meten en esta tarde

y la llenan de vanidad, de hechos contingentes.

miércoles, 9 de octubre de 2024

 La gente ya no está acostumbrada al agua del cielo. Se ponen tristes y molestos por la lluvia y no salen de casa ya en todo el día. Se comen una lata de judías pintas mexicanas y unas rondas de chorizo y se meten otra vez en la cama a pasar el día, malhumorados, incluso tristes y cabreados con la lluvia. Ya no atienden visitas a su tía, a sus amigos que quedan en un bar y prefieren estar en casa para no tener el mínimo contacto con el agua que cae del cielo. Comen sin pan pues ni siquiera tienen ganas de ir a comprarlo. Dicen blasfemias en lo hondo de su habitación contra el agua, contra las nubes oscuras y contra Dios, que las ha hecho. Y así se tiran el día y se asoman al ventanal del comedor y se burlan de la lluvia pues en casa no puede tocarlos y maldicen el agua, el viento que ulula y el triste espectáculo de la tarde lloviendo.

La gente no me gusta, así que como jamón muy caro.

La gente me asusta, así que me quedo en casa muy triste.

 Un pianista va a Ribadesella, pueblo de Asturias, en nochebuena, para comer con su tía. Su tía toma pastillas y bebe, lo que hace que todo el mundo desconfíe de ella. La tía ha visto cómo desaparece su sobrino en cuestión de una hora. El sargento Paredes no la cree. Entonces acude a Ribadesella la mujer del pianista, que empieza a buscar. Y en esas estoy con esta novela de Pablo del Río que se titula "Doce abuelas", todavía no sé por qué. Somos muy vulnerables los seres humanos con respecto a otros seres humanos. La gente es muy mala y tiene ideas muy aviesas algunas veces. Parece mentira cómo una persona puede ser una presa para otra. Estamos en  una jungla algunas veces, una jungla de animales que no son ni tigres ni leones sino de otros hombres.

Hay un mar de gente que se cruza en la arena con otra gente

y de ahí surge la maldad, creyéndose impune.

 He dibujado con mis manos mojadas en vino, sobre tu cuerpo, un corazón dormido. Las mañanas se aprietan en el aire como círculos de un pobre amor que se desenlaza demasiado pronto. Es así el día que yo te quiero. Llueven unas menudas gotas pero muchísimas y calan, calan la ropa. Dormir es algo ya olvidado, ya pasado por la razón aunque no sepamos mucho en qué consiste el sueño. Hay mucho movimiento de seres móviles en la calle. Los coches también ruedan, las mujeres parecen enfadadas según andan, según miran, según hablan. Los niños, en la escuela, dan gritos cuando el profesor resbala y cae delante de ellos. Se creen que están en una película pero el profesor se ha roto un hueso y gime tristemente hasta que a un niño le da por llamar a otro maestro.

Se me cae el techo encima y el alma a los pies.

No puedo ir por la calle ni estar en mi salón.

 Las manos enlazadas en un rezo no valen para tanto abuso de los pueblos, unos contra otros. Las guerras dejan después de acabadas mucho odio en el corazón de quien las hizo. Hacer la guerra no es un acto valiente si el otro no puede defenderse. Todo es una ruina humana en esto de la guerra. Nadie duerme a gusto si hay mucha guerra por el mundo. Ni vive a gusto, pues la guerra altera los sabores de las cosas, la mirada al desastre, los muertos de todos los días. Ojalá acaben las guerras pronto, eso que vemos todos los días: bombas, cohetes, disparos de fusil. Los días pasan y pasan y nada ocurre u ocurre todo, eso es lo malo. Una carnicería humana que no se puede entender.

Es bastante difícil ser feliz una tarde

estando el mundo en guerra, una guerra que no para.

martes, 8 de octubre de 2024

 No conozco a nadie que haya asistido a algo portentoso o milagroso o fuera de todo orden natural. Yo sí que pude ver el estado de mi madre enferma del corazón y cómo salió del hospital y cómo se restableció. Yo creo que eso fue increíble. Pero, ya digo, no conozco quien me pueda referir de algo inédito, inusual ni siquiera extremo. Pero da igual. Tampoco conozco, de mi alrededor, a nadie espiritual: una monja, un cura o alguien que se supone que tiene relación con lo religioso, con lo sobrenatural, con lo divino. Pero da igual. La vida va pasando y todo camina con un orden civil, machacón, ordinario a más no poder. Dentro de todo este orden mecánico de la vida, debe de haber algo profundo y sinuoso que acerque un poco las horas a lo que está más alto que nosotros, más cargado de alma, más misterioso. Esperemos a conocer algún vestigio de esas existencias telúricas, asombrosas y especiales.

Vi los recodos de la ciudad, vi sus ratas y sus oasis

en desiertos de la mente y de la pradera.

 Para escribir estos blogs o textos, me puedo basar en mi propia experiencia, en otros textos que haya leído, etc. También puedo escribir por escribir y me salen unos textos tranquilos, poéticos y tal. Esta vez, voy a hablar de un profesor de literatura medieval que tuve en la universidad. Era un gran orador este hombre. Se le veían los pocos dientes renegridos que le bailaban en la boca. De cuando en cuando decía eso de: deben ustedes diferenciar meridianamente y extendía un brazo hacia nosotros, como si aquello que iba a decir era muy importante. Había que diferenciar la poesía culta de la popular, lo que decía un crítico de literatura de lo que decía otro. En fin, el truco para aprobar esa asignatura era diferenciar meridianamente las cosas. Y yo conseguí diferenciarlas y aprobé con un mísero 5 su asignatura pero me di yo con un canto en los dientes al comprobar que más del 60% de los compañeros de aula había suspendido. Y así seguí en la carrera y no me crucé con otro profesor tan buen orador como él.

Tu juventud fue música de fondo de la mía.

Una bicicleta, unas cuestas, un verano, un pueblillo y adiós.

 Lo oí de labios de un tipo en un bar de Majadahonda: nunca pasa nada, dijo. Y me sorprendió ese aplomo con que manifestó que en la vida nada tiene interés. Hace un rato, he oído de boca de Sánchez Dragó, que lo toma asimismo de un presocrático, esta gran verdad: nada importa nada. Es una gran verdad. Yo estoy bloqueado frente a mis posibles novelas: no pasa nada, nada importa. La vida no da lo suficiente para mí. No importa. Mi madre se ha muerto. No importa nada. Mi madre estará feliz si vive inmortalmente porque se entregó en vida. El tiempo está nublado, el gobierno es corrupto, los políticos son unos asnos, la mentira y la envidia campan en este mundo. No importa nada. Vivamos sin perder la sonrisa y nos irá bien.

Escuchábamos trenes y éramos felices en las sombras.

Pasó el último tren y aclaró el día.














 Los que hemos recibido unos conocimientos y los hemos sabido aprovechar (estudiándolos) o ampliar (leyendo), nos convertimos en un ave raris en el mundo. Yo no veo más que gente que dice: a mi los estudios no me gustaban, así que soy peluquera. Entonces, están trazando su destino desde muy pronto, desde que empezaron a renegar de saber cosas desde los días del colegio. Es triste porque ellos mismos lo reconocen, así como reconocen que otros que estudiaron, llegaron más lejos en la vida que ellos. En España no se fomenta la paciencia del estudio, sino que se fomenta la experimentación de una serie de fiestas, quizás drogas, alcohol (por supuesto) y muchas horas de ocio que hacen que el negocio personal decaiga. Lo que yo creo que hay que hacer en edades jóvenes es formarse: aprender idiomas, practicar un deporte, tocar un instrumento, aprender a hablar en público, practicar una asignatura como lenguaje para ir dominándolo, etc. Pero no, no se estimula esta formación en España. Al revés, cuanto más pronto bebas, más pronto tendrás cabida en un grupo para vivir el ocio. El ocio no trae más que distracción para el cerebro y menoscabo del cuerpo. En fin, yo soy un rara avis por hacer precisamente lo correcto.

Las conjeturas que se formaron en edad precoz

vienen luego a hacerse obra en la madurez.