martes, 15 de octubre de 2024

 Esta mañana ha sido pesaroso salir a la calle a por el periódico. Poca gente y esa gente con cara de negarse a la vida, de dolor del despertar tras la noche durmiente. He visto a un amiga y un montón de recuerdos me ha transmitido esa ligera conversación con ella. Un grupo de gente a la que estaba yo unido ha resurgido de repente. La luz era escasa esta mañana, estaba todo nublado. He leído el diario por encima, muy por encima, y he vuelto a casa. Paco no estaba. Habrá ido de paseo. Nadie quería ser el río, nadie quería ser la muralla, nadie es la ciudad. Por las aceras limpias de odio queman sus días los impedidos, los locos y los que ya han perdido la ocasión de vivir.

Se arruga el animal que lo simbolizaba todo,

ese león oscuro contra el viento.

lunes, 14 de octubre de 2024

 Se hace el milagro del blog escrito. Poco a poco, surgen ideas, no muy nuevas, no muy espectaculares porque nada hay de nuevo ni espectacular en mi vida. Yo solo puedo aportar alguna idea que he leído, que he oído en la radio, así, de refilón. El otro día oí en la radio una idea sobre la vanidad de las cosas terrenales. No me acuerdo de las palabras precisas pero sí del ambiente que querían mostrar esas palabras. El viajero, ¿qué ve? El médico, ¿qué cura? y el escritor no escribe nada que no sea pasajero, mendicante de reconocimiento vano, estúpido muchas veces, digno de ser olvidado. Y así todo lo que hay en la Tierra. Todo pasa. Las generaciones que vendrán nos olvidarán. La hermosura, el estilo en el vestir, etc. Todo pasará. Lo que no pasará es la generosidad que hemos tenido con los demás pero eso es algo que algunas personas ni saben ni pueden permitírselo.

Algo innato es la generosidad.

Sea innato o aprendido, es bonita la generosidad.

 En la cabeza está todo, dice Jaume Blensa. Es un escultor que ha salido este domingo en el semanal. Es verdad. La parte más importante del ser humano está sobre los hombros. De allí sale todo. El hambre, el deseo sexual, el caminar, los sentidos... salen del cerebro. Yo tengo un cerebro ofuscado, mal encaminado si no fuera por las pastillas que me tomo. Tengo preocupaciones vanas, insidiosas, correosas pero debo apartarme de esas ideas que no conducen a nada. Los ríos fluyen, las esculturas sufren las incontinencias atmosféricas en sus peanas, yo no sé si fiarme de algunas personas tóxicas y el sol hoy no aparece en la ventana pero tampoco llueve. Nunca llueve. Los mendigos se refugian en el puente roto y mi barrio sufre la epidemia de las gentes que vagan a por la compra, a por la charla amena, a por el amor de otras gentes. Quisiera ser unas cuantas flores que adornaran las tabernas.

El avestruz en su estómago tenía cinco duros de plata.

¿Qué será el estómago?

Está uno bien, sin melancolías, sin tristezas injustificadas, sin rumiar siempre lo mismo. Tengo barriga y he de quitarme ese peso de encima, nunca mejor dicho. He leído en el diario que ayer hubo una manifestación por lo del precio de la vivienda. El gobierno no quiere que este movimiento se transforme en otro 15M. Es abusivo lo que se cobra por una mísera habitación, pero todos quieren vivir en Madrid capital. En Móstoles quizás la vida sea más barata, así como la vivienda. Los manifestantes iban moviendo sus llaveros, en simbología clara a la posesión de una casa, que es un derecho, no un negocio. Y así van pasando los días. Uno se levanta, acude al periódico, lee, fuma y hace el oso por casa. Voy a beber agua.

Aquí que es lo que pasa

que nadie tiene casa.


domingo, 13 de octubre de 2024

 Aquí ando despacio como pide el domingo. Hay gente que se queja del trato recibido. Hay otra gente que piensa y suma. Sale a deber. Pero perdón hay al desagradecido. No hay pájaros en el cielo. No nos dejemos tomar el pelo por arrogancias mentirosas. Y cansa ya esta actitud absurda. Valeo. Tu valeas.

sábado, 12 de octubre de 2024

 Doy un bostezo largo y me desperezo mentalmente solo para decir que el sábado está en otra parte. La gente ha salido en masa hacia no se sabe dónde. Ya es costumbre en la ciudad largarse en cuanto llega un puente (creo, no lo sé seguro) que la fiesta del sábado la han pasado al viernes. De todas maneras, solo nos hemos encontrado con un hombre pequeñito, tan pequeño que es como si no nos hubiéramos cruzado con nadie. Vaya paseo más solitario Paco y yo. Las ratas transmiten asco nada más de verlas y claro, las quiere uno muertas. Qué desdicha ser rata en este mundo. Qué poca gente quiere a las ratas, si hay alguien que las quiera. En fin, hemos dado un paseo, he bostezado, la vida sigue como en carrusel que no para. Y otra muñeca chochona!!!!!!

Los tronchos del fuego chillan horrorizados.

Los troncos de la vida son como niños.

 Los pulpos son siniestros según un estudioso de Harvard. Las algas y esas cosas viscosas se pegan a los costados de la gente y les provocan aprensión y otras cosas peores. La gente ya está muy lejos de mi ámbito, de mi portal, de mi cuerpo alrededor. La gente ha regañado, está confusa y enfadada y no quiere hacerse presente. La gente come a oscuras aunque sea mediodía. La gente anda de allá para acá y no se la ve, no se la nota siquiera. Parece una lombriz que se metiera bajo tierra. La gente tiene un perímetro, una zona, una oscuridad que quiere preservar para siempre ya, enfadada ya para siempre. La gente es terca, bronca ya para el tiempo en que nos conozcamos. La gente obliga a los demás a ser cautelosos y feos, malos y sinvergüenzas aunque no lo seamos.

Me gano el sudor con este pan tan duro.

Que de corteza parece de una encina. 

 Se pudren las sonrisas y no hay fiesta. Las aceras emiten un sonido inaudible cuando están solas y se alargan en las grandes avenidas. En Madrid siempre hay algún loco que despeja las dudas a los cuerdos. Quien no tiene libertad alude a que la vida le ha sido adversa. Quien teme, adelanta su futuro, un futuro hecho de malas personas. Por la Gran Vía anuncian espectáculos pero ningún espectáculo se parece a la rubia que pasó ayer por mi puerta. Hay gente babosa que se atreve a tocar lo tuyo, a mencionar lo tuyo, a querer lo tuyo. Pero la vida da grandes vueltas aunque sea a la manzana y rompe la vida ese temor a que lo tuyo sea del baboso. Muchos recuerdos para Toñi. Muchos besos reparte por allí cuando llegues. Muchos abrazos y besos y caricias sin  pasarte, ¿eh?

Los vivos nos parecemos a los muertos 

porque no nos besamos ni abrazamos. Qué solos los muertos y los vivos.

 De tanto madurar una idea, esa idea se hace molesta. Pero si das ocasión a pensar en otras ideas, esas ideas anulan la primera, la molesta o la hacen más llevadera. Me he echado la siesta, una siesta de dos horas y he ido a ver a mi padre que ha ido a ver eso de la bandera, en el parque de Colón. Echaban una película muy antigua, muy mala, de unos que entran en una cabaña y matan al que está en ella metido. Luego, hemos visto unos monos pequeños que andan en las ramas de los árboles. Y ya me he venido y me he echado un cigarrillo y he bebido un zumo multifrutas con 10 vitaminas. El sábado está más muerto que otra cosa. Ayer vi en la tele a una actriz que ha escrito un libro, una actriz andaluza. No me gustó el tema del libro (una mujer que lucha contra la burocracia) así que no vi la entrevista entera. La actriz-escritora era muy expresiva pero un poco fea, así que, ya digo, dejé de verlo.

Casi vivo de prestado.

Mi dinero ya no es mío y mi vida está contada.

 La vida dura poco y está bien que dure poco, para que no pensemos nunca que todo el campo es orégano y es todo para nosotros. La vida dura poco y hay que aprovechar y es sabio el que aprovecha y disfruta de ella a más no poder. Todo se va en un suspiro. La calavera que se pintaba en una esquina del cuadro era para eso, para recordarnos que es breve la vida, como el que entra a un bar, se toma algo y ya sale del bar, pues así es la vida. Entras, sales y se acabó. Esto no lo saben los niños, los niños no saben nada, solo se limitan a jugar inconscientemente y hacen bien. Quién fuera niño todos los días, todos los años. La vida también es como un globo que sube, sube y sube y, por aquello de la presión, explota y se acabó.

Tengo una barba que es una angustia 

y un bigote que es una tristeza.

 Paco pone música en el móvil. Luego oye la historia de Santo Tomás de Aquino, que era muy sabio. Procuraré echarme siesta por que así, mato un tiempo despreciable, el de después de comer. Para los amantes no es despreciable el tiempo después de la comida pero para mí, sí. Antiguamente, se cultivaba mucho esto de escribir bien, la gente aprendía mucho latín y todo eso que sirve, básicamente, para hablar y escribir bien. Ahora, la gente escribe y habla muy mal porque en la escuela secundaria, se piensa más en joder que en estudiar. Y en mirar el móvil. Todo el mundo mira el móvil a ver qué hay de nuevo. Son casi las 13:00 horas y el cielo sigue amenazante, con idea de soltar más agua.

La vida es una hora y nos acecha un puñal.

La vida dura poco y menos mal.

 Ayer fumé poco, veinte y tres cigarrillos. En los tanatorios no hay que reírse porque es una ofensa contra el muerto y la familia del muerto. En esos sitios hay que estar serios y buscarse una excusa, aunque sea peregrina, para irse pronto. Una es que de noche no gusta conducir. Otra es que los niños se han quedado con la vecina aunque ya los niños no se quedan con la vecina. Y así va todo en este mundo de vivos y muertos. Todo son excusas para largarse de un sitio e irse a otro rápidamente. Todo es prisa y aceleramientos. Queremos cumplir con unos y no nos sale. Queremos estar al partido de baloncesto del niño y a la comunión. Queremos estar con Dios y encendemos también una vela al diablo por si acaso. La gente quiere abarcar tanto que no llega. Solo llegan trozos de esa gente en cada sitio, no la gente al completo. No hay que estar en ningún sitio, yo creo. Hay que ser personas aunque sea de mentiras.

La vida nos encierra en el cuarto oscuro

y lloramos para salir cuando matamos la culpa.

 Me he bebido un zumo de frutas con 10 vitaminas. La cocina está impoluta, pero llena de cosas. Cosas de guisar, cosas de comer, galletas, un tarro de chorizo frito, otro tarro de espárragos, vasos, tazas, un cubo para ir echando cubertería y vasos sucios. Una bombilla se ha fundido y solo alumbra una luz en la cocina. A ver si lo arreglamos. Me estoy  leyendo la historia de un soldado que en la guerra asciende a teniente y le dan un puesto en el ministerio de asuntos exteriores. La casa está concentrada en sí misma, afuera las nubes son grises y amagan lluvia en todo momento. La voz de una niña me llega de abajo, del segundo piso. La gente está en las casas, en los pisos, porque llueve, porque es fiesta y porque no hay gana de salir a la calle nada más que lo imprescindible. A ver si me echo la siesta después de comer par matar el rato de manera inconsciente, durmiendo plácidamente.

Un ciprés maloliente llama a la lejanía

y esta viene, con torpe memoria, con ganas de alejarse otra vez.

 Se debe vivir bien en una capital de provincia como Segovia, no se pasa el agobio de Madrid y la gente es más pacífica. En Segovia hay mucha gente de paso que se admira una y otra vez del acueducto. Hace casi 2000 años que lo construyeron y sigue en pie. ¿No es ello portentoso? Andamos por la calle real. Real no viene de rey, de la realeza, sino de res, que quiere decir cosa en latín. La calle real sería la calle de las cosas, donde pasan las cosas. Allí está la estatua de Juan Bravo, que moriría en el cadalso por enfrentarse al rey Carlos I de España con otros comuneros. Las cosas, en Segovia, son más sencillas, no provocan alboroto, no trascienden. En Madrid capital las cosas tampoco trascienden, no se entera nadie de nada. Paseamos un poco por la calle real de memoria y nos encontramos a alguno del pueblo, un abuelo con sus nietos y le saludamos y vamos al coche y nos venimos ya para casa.

Segovia está dormida de mentira

y pasa un japonés haciendo fotos.

Cuando me he despertado, llovía mucho. Me he apañado un poco frente el espejo y ya no llovía. He aprovechado para llevar una gorra a mi  padre, que se la había olvidado, y he comprado pan. Por fin llueve. Son ya las 12:00. Mediodía. El plan de hoy pasa por escribir muchos blogs de estos y pasar el rato frente al ordenador. Hay lentejas para comer. Solo calentarlas. Supongo que estarán mejor que el día que las cociné (el jueves). Miro por la ventana llena de gotas, llenísima de gotas y afuera no se oye ni una mosca. No hay gente por la calle. Hoy es fiesta, día de la Hispanidad, como la llaman. La gente se queda en la cama, acurrucada y perezosa, y no se mueve. La gente, con la lluvia, no se mueve y se come unas judías pintas mexicanas y se vuelve a la cama.

Hay una lata de judías en la alacena.

Calentar y comer, calentar y comer.

viernes, 11 de octubre de 2024

 Paraíso en la Tierra no hemos encontrado, dijeron los viajeros mensajeros. El gobierno les dijo: salid otra vez. Los viajeros mensajeros volvieron a los tres años. Paraíso en la Tierra no hemos encontrado. Esta vez se reunieron los más sabios del gobierno. Será la geografía, dijo uno. Serán los ríos, dijo otro. El más sabio, con la tranquilidad de haber pensado y meditado mucho, dijo: es el hombre. Nada más que el hombre el culpable. Además, si los viajeros mensajeros hubieran encontrado el paraíso en la Tierra, no habrían vuelto a este país.

Que pasen hambre por mucho tiempo los gusanos.

Así sea.

 Un deseo frustrado de pasarlo bien me derriba en mi casa. Salgo a las calles: la gente va cabizbaja, va rumiando desdichas, va ciega de males. Se inunda el mundo de periódicos, anuncios, pisapapeles, bolígrafos, figuritas de bailarinas, ceniceros llenos de colillas, paramentos, aceitunas que recogen los niños gitanos, almacenes de cartones coloreados, mendigos de un dinero que no existe. En fin, vuelvo a casa. Y el deseo frustrado de pasarlo bien se ha vuelto el deseo fuerte de no sufrir, de estar por estar pero sin darle importancia a las cosas. La vida agota todas sus sorpresas, nos llena de la monotonía necesaria para llegar a la cama, de noche, y no pensar más que en dormir y descansar de estas miserias que andan por las aceras.

No tengo para ponerme elegante

y menos, ocasión de ponerme elegante.

 En las aceras sufren los caballos de la indiferencia. Están quietos y  malhumorados pues no trotan ni andan de allá para acá ni pastan la verde hierba. Los caballos de la indiferencia relinchan relinchos de ansiedad e impotencia. Su corazón descalzo bulle como un reloj muy apresurado e impaciente. Su corazón a veces teme y otras veces, se queda quieto ante la visión del cemento. Pequeñas calaveras de cuervos que amanecieron huidos avanzan y dan el primer paso para anunciar las penas de este mundo. Pero no siempre el presagio acierta. Las luces de las farolas dejan paso a las luces del sol en lo alto y las aceras respiran gracias a los niños que la pisan.

Con el alma dormida 

asumo las tragedias, las palomas truncadas, los ríos fecundos.

 La lluvia sigue cayendo y se va haciendo luego, se va haciendo ahora y luego y mientras tanto. La lluvia no perdona las vidas errantes, las que se alejan de la casa, las que andan cual lobos por la tierra. Son ya muchos los intentos de despegarme del lar oscuro, de aquellos que me querían tanto. Y luego, una persona buena que nunca ha soñado con Dios ni sus ministros me ha atado a la casa, al hogar, a la calefacción eléctrica. Son misterios que solo entienden dos hermanos, dos enfermos, dos errantes cabezas que no se asientan en la mediocridad de la gente pero que tampoco alzan el vuelo en pos de la paloma. Aquí están los dos, uno escribiendo y otro leyendo de los libros de la casa. Son aguerridos, son amigos, son de lo que no hay por la calle. Vuelvo de la calle: un honor antiguo me llama y me saluda fervientemente.

El espectro del mar me persigue aquí, en la meseta.

Me encontrará triste, la lejana caricia por la frente.

 No tenemos ni un pedazo de paz que llevarnos a la boca en este mundo. Todo es fatiga y sed y hambre de que todo vaya bien pero va mal. Los paseos hacen que la cabeza de los ciudadanos vuelen lejos y descarriados pero pronto deben estar en el redil de los tontos. Llevar el fuego un rato entre las manos nos da la esperanza de que las palabras seguirán el mismo sendero que la llama. No nos quedemos quietos porque el frío nos acosará prontamente. Multitud de formas y de cuerpos y de heladas frases para la posteridad ya no dirán nada, quedarán vacías entre los labios que las pronunciaron. Démosle vida a las palabras para que signifiquen, para que la corriente del aire no deje de ser canal preferible del hombre.

La construcción de mensajes es como un andamio espeluznado.

No sabemos nada, no sabemos nada.

jueves, 10 de octubre de 2024

 Aquí una mujer reposa para siempre.

Crio unos hijos, cosió y vivió de cara a la pared de su casa.

Todos me tienen por buena persona.

Vienen visitas y dejan flores.

El mundo hace tiempo que gira sin mí.

¿Dónde iré?

Dicen las lenguas que uno resucita para ir al cielo.

El cielo es reposar de una vida sin descanso.

Hoy ha vuelto la calma después del viento y lluvia de ayer. Tengo que hacer unas lentejas. El mundo derriba las vidas que viven de la mentira y la corrupción a duras penas. Son muy cucos los que roban y luego no quieren saber nada. Hay leyes horrendas que toma el gobierno y no da explicaciones a nadie. La luz de lo verdadero no triunfa en este país, solo triunfa la conveniencia de unos cuantos con otros cuantos no sé quién más culpable. Las palomas se derretían de puras palabras podridas, de lo vicioso que había en el mensaje. Poco a poco España se parecía a una república, a una república hecha de jirones extraños, jirones extremos. Por el voto se hacían crímenes de Estado. Pero bueno. Yo no sé de política, yo no sé del gobierno. Allá se las compongan unos y otros y, como dice el refrán: allá van leyes do quieren reyes.

Unas tardes de antes se meten en esta tarde

y la llenan de vanidad, de hechos contingentes.

miércoles, 9 de octubre de 2024

 La gente ya no está acostumbrada al agua del cielo. Se ponen tristes y molestos por la lluvia y no salen de casa ya en todo el día. Se comen una lata de judías pintas mexicanas y unas rondas de chorizo y se meten otra vez en la cama a pasar el día, malhumorados, incluso tristes y cabreados con la lluvia. Ya no atienden visitas a su tía, a sus amigos que quedan en un bar y prefieren estar en casa para no tener el mínimo contacto con el agua que cae del cielo. Comen sin pan pues ni siquiera tienen ganas de ir a comprarlo. Dicen blasfemias en lo hondo de su habitación contra el agua, contra las nubes oscuras y contra Dios, que las ha hecho. Y así se tiran el día y se asoman al ventanal del comedor y se burlan de la lluvia pues en casa no puede tocarlos y maldicen el agua, el viento que ulula y el triste espectáculo de la tarde lloviendo.

La gente no me gusta, así que como jamón muy caro.

La gente me asusta, así que me quedo en casa muy triste.

 Un pianista va a Ribadesella, pueblo de Asturias, en nochebuena, para comer con su tía. Su tía toma pastillas y bebe, lo que hace que todo el mundo desconfíe de ella. La tía ha visto cómo desaparece su sobrino en cuestión de una hora. El sargento Paredes no la cree. Entonces acude a Ribadesella la mujer del pianista, que empieza a buscar. Y en esas estoy con esta novela de Pablo del Río que se titula "Doce abuelas", todavía no sé por qué. Somos muy vulnerables los seres humanos con respecto a otros seres humanos. La gente es muy mala y tiene ideas muy aviesas algunas veces. Parece mentira cómo una persona puede ser una presa para otra. Estamos en  una jungla algunas veces, una jungla de animales que no son ni tigres ni leones sino de otros hombres.

Hay un mar de gente que se cruza en la arena con otra gente

y de ahí surge la maldad, creyéndose impune.

 He dibujado con mis manos mojadas en vino, sobre tu cuerpo, un corazón dormido. Las mañanas se aprietan en el aire como círculos de un pobre amor que se desenlaza demasiado pronto. Es así el día que yo te quiero. Llueven unas menudas gotas pero muchísimas y calan, calan la ropa. Dormir es algo ya olvidado, ya pasado por la razón aunque no sepamos mucho en qué consiste el sueño. Hay mucho movimiento de seres móviles en la calle. Los coches también ruedan, las mujeres parecen enfadadas según andan, según miran, según hablan. Los niños, en la escuela, dan gritos cuando el profesor resbala y cae delante de ellos. Se creen que están en una película pero el profesor se ha roto un hueso y gime tristemente hasta que a un niño le da por llamar a otro maestro.

Se me cae el techo encima y el alma a los pies.

No puedo ir por la calle ni estar en mi salón.

 Las manos enlazadas en un rezo no valen para tanto abuso de los pueblos, unos contra otros. Las guerras dejan después de acabadas mucho odio en el corazón de quien las hizo. Hacer la guerra no es un acto valiente si el otro no puede defenderse. Todo es una ruina humana en esto de la guerra. Nadie duerme a gusto si hay mucha guerra por el mundo. Ni vive a gusto, pues la guerra altera los sabores de las cosas, la mirada al desastre, los muertos de todos los días. Ojalá acaben las guerras pronto, eso que vemos todos los días: bombas, cohetes, disparos de fusil. Los días pasan y pasan y nada ocurre u ocurre todo, eso es lo malo. Una carnicería humana que no se puede entender.

Es bastante difícil ser feliz una tarde

estando el mundo en guerra, una guerra que no para.

martes, 8 de octubre de 2024

 No conozco a nadie que haya asistido a algo portentoso o milagroso o fuera de todo orden natural. Yo sí que pude ver el estado de mi madre enferma del corazón y cómo salió del hospital y cómo se restableció. Yo creo que eso fue increíble. Pero, ya digo, no conozco quien me pueda referir de algo inédito, inusual ni siquiera extremo. Pero da igual. Tampoco conozco, de mi alrededor, a nadie espiritual: una monja, un cura o alguien que se supone que tiene relación con lo religioso, con lo sobrenatural, con lo divino. Pero da igual. La vida va pasando y todo camina con un orden civil, machacón, ordinario a más no poder. Dentro de todo este orden mecánico de la vida, debe de haber algo profundo y sinuoso que acerque un poco las horas a lo que está más alto que nosotros, más cargado de alma, más misterioso. Esperemos a conocer algún vestigio de esas existencias telúricas, asombrosas y especiales.

Vi los recodos de la ciudad, vi sus ratas y sus oasis

en desiertos de la mente y de la pradera.

 Para escribir estos blogs o textos, me puedo basar en mi propia experiencia, en otros textos que haya leído, etc. También puedo escribir por escribir y me salen unos textos tranquilos, poéticos y tal. Esta vez, voy a hablar de un profesor de literatura medieval que tuve en la universidad. Era un gran orador este hombre. Se le veían los pocos dientes renegridos que le bailaban en la boca. De cuando en cuando decía eso de: deben ustedes diferenciar meridianamente y extendía un brazo hacia nosotros, como si aquello que iba a decir era muy importante. Había que diferenciar la poesía culta de la popular, lo que decía un crítico de literatura de lo que decía otro. En fin, el truco para aprobar esa asignatura era diferenciar meridianamente las cosas. Y yo conseguí diferenciarlas y aprobé con un mísero 5 su asignatura pero me di yo con un canto en los dientes al comprobar que más del 60% de los compañeros de aula había suspendido. Y así seguí en la carrera y no me crucé con otro profesor tan buen orador como él.

Tu juventud fue música de fondo de la mía.

Una bicicleta, unas cuestas, un verano, un pueblillo y adiós.

 Lo oí de labios de un tipo en un bar de Majadahonda: nunca pasa nada, dijo. Y me sorprendió ese aplomo con que manifestó que en la vida nada tiene interés. Hace un rato, he oído de boca de Sánchez Dragó, que lo toma asimismo de un presocrático, esta gran verdad: nada importa nada. Es una gran verdad. Yo estoy bloqueado frente a mis posibles novelas: no pasa nada, nada importa. La vida no da lo suficiente para mí. No importa. Mi madre se ha muerto. No importa nada. Mi madre estará feliz si vive inmortalmente porque se entregó en vida. El tiempo está nublado, el gobierno es corrupto, los políticos son unos asnos, la mentira y la envidia campan en este mundo. No importa nada. Vivamos sin perder la sonrisa y nos irá bien.

Escuchábamos trenes y éramos felices en las sombras.

Pasó el último tren y aclaró el día.














 Los que hemos recibido unos conocimientos y los hemos sabido aprovechar (estudiándolos) o ampliar (leyendo), nos convertimos en un ave raris en el mundo. Yo no veo más que gente que dice: a mi los estudios no me gustaban, así que soy peluquera. Entonces, están trazando su destino desde muy pronto, desde que empezaron a renegar de saber cosas desde los días del colegio. Es triste porque ellos mismos lo reconocen, así como reconocen que otros que estudiaron, llegaron más lejos en la vida que ellos. En España no se fomenta la paciencia del estudio, sino que se fomenta la experimentación de una serie de fiestas, quizás drogas, alcohol (por supuesto) y muchas horas de ocio que hacen que el negocio personal decaiga. Lo que yo creo que hay que hacer en edades jóvenes es formarse: aprender idiomas, practicar un deporte, tocar un instrumento, aprender a hablar en público, practicar una asignatura como lenguaje para ir dominándolo, etc. Pero no, no se estimula esta formación en España. Al revés, cuanto más pronto bebas, más pronto tendrás cabida en un grupo para vivir el ocio. El ocio no trae más que distracción para el cerebro y menoscabo del cuerpo. En fin, yo soy un rara avis por hacer precisamente lo correcto.

Las conjeturas que se formaron en edad precoz

vienen luego a hacerse obra en la madurez.

 He leído en el diario la historia de un señor francés que, hasta que no se hizo con el negocio de las discotecas en Ibiza, limpió retretes, durmió en un bar y comió yogures caducados de los supermercados. Él descubrió a un tal Guetta y empezó a comprar locales y contratar DJs para que amenizaran las noches ibicencas. Pero se dio cuenta de que había un público más solvente y más maduro que podría pagar más si esa discoteca abría a las 16 horas. Y la abrió. Y la gente mayor bailó y bailó y llenó la saca de este francés que es experto en artes marciales y sabe cuatro idiomas. Este francés es de un pueblito que se llena siempre de nieve. Tenía que andar varios kilómetros para ir al colegio, pero en el colegio aprovechó a tope las enseñanzas de los profesores. Es un hombre que duerme dos horas y come frugalmente y lleva el control absoluto de su negocio. No le gusta delegar en nadie. La verdad, me he quedado anonadado al leer esta biografía. Llegó a Ibiza y conquistó Ibiza industrialmente, explotando el ocio de la gente que vivía en la isla. Todo un tiburón de los negocios.

Ahora como de los restos del supermercado.

Pero hoy como caviar.

lunes, 7 de octubre de 2024

 En El Corte Inglés se está calentito y huele a ropa nueva. Hay muchas texturas de las que solazarse: el pantalón vaquero, la suavidad de los jerséis, la clara ligereza de las camisas... Todo es un paraíso para aquellos que ven muy importante la fachada, la imagen que da nuestro cuerpo a los ojos de los demás. Es muy loable que uno cuide de su presencia exterior. Es bonito pensar que, aunque uno sea de clase media, puede pasar por el mundo como si fuera de una clase más alta gracias al vestuario. Si hay que renovar el vestuario cinco veces al año, mejor. Significa dinero, pero dinero muy bien empleado. El exterior, el cuerpo, la imagen, el yo para los demás. En fin. Cuesta trabajo y dinero pero merece la pena ir como un dandi. Todos te respetan si además pones cara de pocos amigos, de mono cabreado y dices solamente sí o no a lo que te preguntan. Es delicioso contemplar cómo todos parecen tus criados: te invitan, te admiran, etc.

Las apariencias, las malas caras, el mirar sin ver:

qué gimnasia del carácter.

 Él trabajaba de camarero. Ella no trabajaba, no se sabe muy bien por qué. Tenían dos hijas muy pequeñas. Y él, claro, cuando se acababa el parné, se veía obligado a dar sablazos. Se metieron en un juicio sobre un atropello de una de sus hijas. Un día me llamó él, que necesitaba dinero para el juicio y que en el restaurante le daban de baja o no sé qué historias. Me llamó con el número de un amigo mío porque mi teléfono no lo tenía. Incluso me dijo que se lo diera. Llamé al amigo mío: dile que no le doy dinero, le comuniqué. Cuando le vea se lo digo, dijo mi amigo. Hasta ahora, ni le he vuelto a ver ni me ha llamado más ni sé más nada de este hombre de los sablazos.

Ante un sablazo, mantenerse firme.

A pedir, al metro.

 Llevo unas seis historias escritas en una extensión media de siete folios cada una en el sistema Word. Alguna historia puede que cuaje si pongo empeño en ello. Pero el otro día me puse a continuar una de ellas y me ofusqué. Y no he vuelto a mis historias. He esperado a un día de lluvia como hoy porque es el mejor escenario para ponerme a ello y no salir a pasear. Pero no las tengo todas conmigo, me da recelo cargarme la historia que debo continuar con repeticiones o frases que no digan nada o salidas de pata de banco que no tengan ningún sentido. Otra cuestión es que yo no me documento cuando escribo una historia. Me sale todo de mí, de lo que yo crea que debe o puede hacer un personaje o de cómo debe ser una situación, etc. Espero ponerme hoy a escribir y que me salga algo bueno. Y dejar de ofuscarme porque si no, no podré seguir.

Mira un personaje que habla como un pueblerino.

Déjale, ya se pulirá cuando llegue a la gran ciudad.

 Los que estudiamos la gramática, nos damos cuenta de la elasticidad del lenguaje, de su poderosa extensión en la expresión del discurso. Pondré un ejemplo. Podemos decir: cené ayer, cené bien, etc. Esos elementos que acotan el verbo (bien, ayer), se llaman adverbios. Van acompañando al verbo para eso, para acotarlo, para significarlo, para extender el significado del verbo. Pero cuando queremos manifestar algo que un adverbio no puede expresar por sí solo, recurrimos a una oración que acota, significa al verbo. Por ejemplo: cené cuando dejó de llover o cené como un señor. Las frases, unidas unas a otras expresan más que las palabras escuetas. Y cuando y como son llamados nexos. No tienen significado por sí mismos, sino que lo adquieren cuando se unen a otra oración. Cuando indica tiempo y como, modo. Son dos oraciones subordinadas; una de tiempo y otra de modo. Y así superamos el triste adverbio bien por un efusivo como un señor.

El que conoce la lengua puede ir por el mundo mejor que otro que no.

Ya, pero yo me quedo aquí, en este lugar aburrido del mundo.


 Leonard Cohen es un cantante que está a la altura de Bob Dylan. Leonard Cohen decía en una canción suya, que él tenía "a golden voice", una voz dorada. Yo debo tener cierto don de la palabra después de perseguirla casi toda mi vida. En el colegio me llamaban el gramático, pues ya veían mis compañeros de libros, cuadernos y juegos que yo era bueno con la lengua, con las leyes del hablar. A mí siempre me han gustado los libros, las dulces descripciones de los ríos, de las gentes y siempre he estado atento a cualquiera que me contara su vida. También me ha valido ese don de la palabra para ir, como si de un burro se tratara, trajinando por institutos de la Comunidad de Madrid. Mi palabra encantaba, como una alucinación, a los alumnos. Yo los atrapaba con mi palabra. De otro modo, yo no habría durado mucho de profesor. Cuando dejé de ser profesor, me dediqué a escribir, mi verdadera vocación y ahí siguen mis escritos, en punto muerto. No diría yo que mis novelas son buenas ni malas. Lo juzgaría el que las leyera. Pero ese punto aún no se ha dado.

Yo he leído novelas que no había por dónde cogerlas, no se atenían a la razón; sobre todo, de hispanoamericanos.

Las mías las dirige la razón y el buen hilar renglones.

 En el ordenador aparecen imágenes de paisajes imponentes. En la calle, hay figuras que dan la impresión de estar cansadas de vivir, por lo tardío y torcido que andan. O cabizbajos. O pensando en las musarañas o en un problema que al final, resulta insoluble. Así va el mundo: lleno de cosas bonitas pero virtuales y lleno de cosas tristes pero reales. La realidad es toparse con la desilusión cada dos por tres, no llegar a lo inalcanzable. A lo mejor me ha tocado la lotería. Si no fuera por cosas como la lotería, andaríamos casi sin mirada en el futuro, sin aliciente para vivir, sin hueso que roer. El mundo es un desear constante que nos hace infelices. No desees, calma la mente, allana el pensamiento y trata de vivir con lo que tienes: es lo que dijo Buda y Cristo. Y además, Cristo dijo que ayudaras al prójimo y quisieras a tu enemigo. Ya es rizar el rizo pero es así. No sé si es racional querer al enemigo pero por razones religiosas, el perdón debería estar en nuestro diccionario a todas horas.

El contacto frío de los objetos y de la carne y de la sangre

sale a la calle, sale a la compra y se desliza en unos labios también fríos.

 Estamos hasta el gorro de ver en televisión y otros medios personas que perdonan vidas, exigen, rompen la baraja y por lo tanto, desprecian a cualquiera si no se les da lo que piden. En el fondo, estas personas son muy débiles, tienen que estar en constante conflicto porque así se reafirman, pero, ya digo, son personas que se han quedado en la adolescencia. Puigdemont se va a cansar de pedir la jefatura de la Generalidad catalana para nada, pues ya creo que nunca la conseguirá. El presidente desprecia a la oposición y luego le pide que apoye a las leyes que a él le convienen. ¿Despreciar y luego pedir? Suena raro. La ministra de trabajo, venga asustar a los empresarios con nuevas medidas en el mercado laboral, después de despreciar a esos empresarios. Suena, también, mal. Este gobierno haría bien en medir un poco sus palabras porque suena todo a boca chancla. Pero como son tantos ministros y tan descoordinados que no se aclaran.

Gobierno de muchos,

opiniones para todo.

domingo, 6 de octubre de 2024

 El juego es muy importante para el ser humano. Con el juego se aprende mucho. Se puede jugar con palabras (el ahorcado), escrable, veo-veo y otros muchos más. Se puede jugar con figuras (hay muchos en internet). Se puede jugar al ajedrez. Cuando juegas al ajedrez con una persona, puedes darte cuenta si esa persona está triste (y no hará jugadas agresivas) o contento (e irá más al ataque). Cuando uno está seguro de sí mismo, juega mejor que si no lo está y esto lo puedo ratificar yo que bajé un aplicación de ajedrez para jugar con otros contrincantes y se daba esa ley. Para el juego hay que estar preparado y tomárselo en serio, lo que parece una paradoja. Sobre todo, si apuestas algo en una partida, aunque sea solo un helado, te comprometes más, como pasaba con mi hermano y conmigo cuando jugábamos al mus en el pueblo. El juego reúne a la gente, las comunica de manera sutil y trae algo de fiesta a las tardes aburridas del invierno.

El apremio de jugar es matar el rato como sea.

El juego es un aliado de primera.

 La eco ansiedad existe. Yo la vivo cuando dan noticias en la tele u otros medios sobre la deforestación del Amazonas, sobre animales en peligro de extinción. Pero lo que más me asusta y me llena de temor es la superpoblación, superpoblación que está acabando con muchos hábitats de los animales. Otro fenómeno que me afecta mucho es la sequía. Esa sí la vivo en directo y me pone malo. Veo cada vez menos insectos, menos arañas, menos moscas... En fin, insectos que antes estaban, ahora ya no están. No ves un caracol en todo el año y ni siquiera un saltamontes o mariposas. Da la sensación de que no hay lombrices ni grillos en verano. Y todas estas desapariciones se deben  a la escasez de agua. Esto sí que es una novela negra de verdad. Mucha gente, poco agua, pocos recursos para esa gente, derroches, consumismo brutal, esquilmación de los recursos que ya casi no hay. La superpoblación es un hecho. La falta de agua, otro. Y la eco ansiedad yo no la invento porque la sufro. Cuando oigo una noticia de estas en cualquier sitio se me pone en la frente un malestar que dura bastante, cada vez más.

Cuando la humanidad se extinga, se muera

las palabras las creará otro animal, quizás un oso o un ratón.

 Me explicaron hace tiempo que el ser humano ha vivido dos revoluciones: una, cuando el hombre se hizo sedentario. La segunda cuando tuvo lugar la revolución industrial. Se habla de tercera, cuarta etc. revolución industrial pero la verdadera revolución que hará cambiar todo será la revolución robótica. Cuando los robots hagan un coche, cuando haya camareros robots (ya los hay, por cierto), cuando un podólogo sea un robot o un médico o un taxista, entonces, el ser humano se verá relegado al ocio o a crear más robots. Ya existen robots como el que está en Marte cuyo nombre no me acuerdo. Ya hay robots en tiendas en Tokio, como me contó un tipo que estuvo allí y los vio. Elon Musk y otro millonario ya han pensado en una paga universal para todos los trabajadores que se quedarán sin trabajo en los próximos decenios del siglo XXI. La robótica ya está dando pasos y en un futuro próximo, los dará de gigante. Preparémonos para que un robot nos dé de desayunar y nos haga la comida y juegue con los niños. 

Los inmediatos árboles, verdes y susurrantes

temen la ira del hacha, temen al hombre.







 He oído a Sánchez Dragó en YouTube. Es un hombre con un discurso ilimitado tangente con la verborrea. Habla de todo, el tío. Me hace pasar el rato, que es, como decía Baroja, de lo que se trata. A mí, todo el mundo que me hace pasar el rato, me cae genial. Otros temas que encuentro en YouTube me fascinan. Sobre todo los testimonios de gente que se ha drogado o pasado una enfermedad o se ha ganado la vida. En la solapa de los libros suele haber una pequeña biografía del escritor en cuestión. Cuando leo que ese escritor ha tenido muchos oficios y al final, se metió escritor, como Bukowsky, me llaman poderosísimamente la atención y la imaginación. Los que solo viven de escribir me suelen aburrir. A mí me hubiera gustado viajar y trabajar al mismo tiempo, en trabajos que me surgieran y luego podría tener algo interesante que contar. Yo no he estado en Tokio y se nota. No he hecho otra cosa más interesante en mi vida que leer libros. Y eso es interesante solo hasta cierto punto.

La fruta escarnecida colgaba del balcón de los locos, para siempre,

para que un oso se acercara y se comiera las sienes de los dos.


 Hay un silencio grande y abrumador este domingo. Es como si yo estuviera solo en el mundo. No he visto a nadie conocido mientras he ido a por el diario. ¿Dónde se mete la gente? La soledad es querida para la creación. ¿Estaba solo Dios cuando creó este mundo? ¿O son creencias vanas creer en un Dios creador? Hay muchos misterios en esta vida que ni la ciencia ni el hombre podrán desvelar nunca. Tampoco una Inteligencia Artificial. Lo eslabones perdidos de la humanidad ahí están, para el come-come de científicos que creen que la ciencia todo lo desvela. Los hechos históricos siempre guardan un eco misterioso que llega hasta el presente y que tampoco sabemos cómo interpretar. La guillotina, Robespierre, Lenin, los zares: algo de todo eso colea en el mundo de hoy y nos hace preguntarnos: ¿ha sido esa la evolución humana, todos esos hechos violentos? ¿Y los misterios sin fin que guardan las guerras mundiales? ¿Es ese el sino de los humanos, las guerras, las revoluciones? ¿No se podría avanzar en el mundo sin ellas, como hizo Gandhi? En fin, ¿el mundo va a golpes de cortar cabezas y fusilamientos y bombas? How many bombs... cantaba Bob Dylan.

Los avances históricos en derechos a través de violencia

dice poco de esos avances.

 Parece que el mundo se detiene mientras fumo un cigarrillo en el comedor. Las noticias son repetición de noticias. La vida, repetición de la vida. Está nublado pero no hace especial frío. Por las ventanas se asoman adolescentes que viven con sus padres y ayer estuvieron dándole al ordenador o quizás salieron un rato de noche a ver cómo las estrellas les favorecían o no en asuntos amorosos. Los necesitados de este mundo tienen poco arreglo. La codicia humana tiene a niños buscando en basureros, en minas, haciendo zapatillas, tejiendo trajes y chándales para los del regetón y para los demás que vestimos y miramos el móvil. En fin. Un despropósito dramático para determinados chavales que han nacido en la pobreza y así seguirán si no cambian las cosas.

El capitalismo adora el dinero.

En crearlo como sea se basa su fuerza.

sábado, 5 de octubre de 2024

 Pronto llega la noche, llega sin ser sentida. Las luces que hubo durante el día, mueren en las ventanas tristes donde vive la gente. En un piso pequeño, hay alguien que lee. Dejadle que lea. Será un ser humano un tanto especial de aquí en unos años, en los que habrá leído para formarse un universo. Las letras son pequeñas pero ese ser está proveído de unas gafas de aumento, de unas gafas para leer. Ese ser humano no quiere ser rico, quiere tener unos cuantos libros alrededor y una tortilla para comer y unos pantalones y una camisa que no son a la moda. Las ventanas cansadas del día ya traen oscuridad al piso, ya deja de leer este ciudadano. Este ciudadano quiere ver el mar el verano que está por venir, quiere un paseo por la arena, quiere comer pescado frito. Todo parece a su alcance pero tiene que esperar al verano.

Vigilo la fundación de las letras

y nunca llego a saber cuál fue la primera palabra.

 Mientras escribo, no fumo y se me llega la hora de comer y hago cierta gimnasia cerebral al exponer unas ideas que no pretenden ser acertadas ni mucho menos. Solo son ideas que me vienen al pensar en este mundo traidor en el que estamos y dar luz a un pensamiento muy mío que no quiero compartir con nadie, claro. Solo escribo por puro egoísmo al conseguir esas tres metas que pretendo. Pasar el rato, como decía el bueno de Pío Baroja. La cultura se adquiere leyendo, leyendo mucho, y así, a lo mejor se te quita de la cabeza la idea de ser rico, de ser como ese o como el otro. La idea es pasar el rato y aprender cosas, no de vestir elegantemente porque ya no deslumbras a nadie. Vestir elegantemente, dicho sea de paso, es una ruina y puede que esté reflejando un problema con el ego de ese que quiere ser admirado por una camisa. La gente es muy rara, me voy dando cuenta de eso y hay que aprender a convivir con la rareza de la gente. Ya no va a cambiar a estas alturas. No aprovechó en su día, esa gente rara, de crearse una cultura propia con la que entender el mundo. Ya es tarde, digo.

Yo no sé dónde nació Antonio Machado.

Ni eso sabes, ni sabrás casi nada en toda tu vida porque no has leído en su día ni leerás ya ni una línea.

 Escribo aquí por dos cosas: para que se me pase el rato y para no estar fumando. Es puro egoísmo. Lo que diga, me da casi igual pues yo no pretendo aleccionar a nadie. Ya aleccioné en su día en unos cuantos institutos sobre la lengua y la literatura patrias y di ejemplo a unos chavales al llegar a mi hora al aula y al mostrarme solícito a resolver las dudas de esos chavales y ayudarles en todo lo que pude. ¿Fue poco lo que hice? Bueno. Pues lo poco que hice, lo hice con vocación de ayudar al que no sabe. Hay gente que no tiene pasión por nada. Solo saben que son pobres o que no son ricos. Y están con esa matraca toda su vida. Es que yo no me baño en leche de burra, dicen. Es que yo no tengo un Ferrari, dicen, es que yo... es que yo... y así todo el rato. Como el imbécil que me dijo que el alfabeto lo inventaron los ricos para oprimir a los pobres. Lo que pasaba realmente es que este tipo apenas sabía leer. O como los que van a un gran almacén y se dejan, como si fueran ricos, 1000 pavos en media hora. Que este último no solo es que quiera ser rico, es que los imita, es que tiene un problema con su ego. Un problema morrocotudo.

Yo te invito y tú pagas:

Un sistema para ser ricos penosos: no gastar, no ser generoso con los demás.

 


 El dinero lo tiene una élite. Hay quien aspira a tener dinero por una herencia o echando a la lotería u otras formas estúpidas que no conducen a nada. Nunca será rica esa gente y se amargará la vida atento a esos que sí tienen dinero. Tú no sabes hacer dinero, ellos sí, la élite poderosa del planeta, sí. Hay gente que quiere vestir como esa élite del dinero. Hacen el tonto porque son profesores, taxistas, arquitectos etc. que nunca llegarán a tener dinero que les sobre. A ti ni a mí nunca nos sobrará el dinero. A la élite, sí les sobra el dinero. Pero es que ellos gozan o han gozado de un instinto para hacer dinero. Tú no gozas de ese instinto. Ni yo. Solo unos pocos tienen esa clarividencia para llenarse los bolsillos. Tu y yo somos tontos para el dinero. Pero encima hay gente que sueña con herencias que este o este otro señor me va a dar. Estás muy equivocado. Las herencias son obligadas solo en ciertos casos, no en todos. Así, te amargas la vida y lo quieres compensar con ropa cara para hacer el paripé. No serás rico por lo que lleves puesto sino por lo que tengas en la cartera. Te estás engañando. Tú nunca serás rico, como el 90% de los mortales.

Me he comprado un pantalón de 500 euros.

No eres rico, pero puedes parecerlo, solo te dejan parecerlo.

La tilde diacrítica sirve para distinguir palabras iguales. Así, té (bebida) y te (pronombre personal, "te conozco"), si (conjunción condicional: "si vienes te lo doy") y sí (adverbio de afirmación, "sí quiero") o dé (subjuntivo de dar: "que te lo dé Juan") y de (preposición, "vengo de casa"). Todo esto parece complicado. Aún hay más palabras monosílabas como estas que llevan tilde. En la vida, yo creo que hay que ser como la tilde diacrítica: aunque haya cosas parecidas en el mundo, el sistema crea una marca para que sepamos distinguir unas cosas de otras. Debemos darnos cuenta de que hay algunas distinciones que nos llevan a una riqueza personal y espiritual cuando sabemos realmente el porqué de esas distinciones. El conocimiento de las cosas nos hace libres. Debemos saber cosas, interesarnos por lo que significa la política, la sociedad, el dinero, nuestro ámbito personal y no confundir esos términos. Tú eres tú y la política y la sociedad son otra cosa. Hay que distinguir, como  hace la tilde diacrítica.

Sube la gasolina.

Gana el Estado.

 En un chiste gráfico que vi hace mucho tiempo, se veía cómo los ricos de este mundo se llevan la mayor parte del pastel (se supone metáfora de lo que es la riqueza del mundo) y lo que dejan los ricos del pastel, se lo disputan las izquierdas y las derechas en unas porciones minúsculas que aún son más diminutas por esa división política. Es lo que quiere la oligarquía monetaria, que nos disputemos esa pequeña parte del pastel. Como los ricos seguirán siendo ricos con unos o con otros, nos dejan a los demás cierta riqueza para que nos la disputemos con cosas tontas como la guerra de los sexos, por ejemplo. No hay cosa más tonta y absurda que la política, a mi modo de ver. Yo soy de esto o de lo otro. Pero no ves que el dinero siempre pertenece a las mismas esferas, no te das cuenta de que la división política impide llegar a más objetivos buenos para los ciudadanos. Creyendo en esto o en lo otro se crea una confrontación que solo beneficia a los propios partidos políticos. Los realmente poderosos de este mundo (no los presidentes de turno) quieren que estemos en constante pelea para que estemos distraídos en esa pelea y no nos demos cuenta del poder del dinero.

Yo soy socialista o pepero.

Vale, ya sabes: a repetir consignas y lo que te diga el líder todos los días.

viernes, 4 de octubre de 2024

 Mi diccionario de antónimos y sinónimos me resuelve la papeleta a la hora de no repetirme en mis escritos. Es para mí más útil que mucha gente que anda por ahí. El peluquero me corta el pelo en silencio. Los cajeros del supermercado me pasan los productos y me cobran, también en silencio. Es como mi diccionario de antónimos y sinónimos: me da un sinónimo en silencio. Algo o alguien que aporta, que ayuda o que acompaña, aunque sea en silencio, es muy valioso. Hay gente que viene acompañada de mucho ruido, que no da nada pero que es escandalosa y triste. De esos yo no quiero nada. Prefiero un libro, un diccionario, un calendario que aportan información y en silencio. Pero todo lo que se hace en silencio, al final, habla.

El rumor del mundo hace mucho ruido.

En mi casa, mato ese ruido.

Meterse a solucionar la vida de alguien precisa mucho tacto y mucho conocimiento de ese alguien. Yo no me metería nunca en la vida de otros si no supiera que lo que yo iba a hacer era para mejorar esa vida. Pero los hay muy gansos y atrevidos. Los hay que hacen y deshacen sin saber nunca lo que verdaderamente hacen porque no saben, actúan desde la ignorancia de todo y van apabullando, que no ayudando. Si es una ayuda económica pues es muy sencillo: se da el dinero y ya está. Pero si la ayuda que se pretende hacer es en cuanto a la cotidianidad de esa gente a la que pretendes ayudar, hay que tener mucho cuidado. Estás jugando con fuego y, si sale mal tu intención de ayudar, te odiarán esas personas a las que has pretendido ayudar desde la imposición. Nada se debe hacer por imposición en esta vida y menos, una pretendida ayuda.

Unos imbéciles quieren ayudar.

Mejor que se ayuden a sí mismos.

 Ayer, cuando ya era de noche, oí a las urracas peleando, lanzando graznidos. Las urracas son inofensivas. Yo llevo 40 años en esta ciudad y no he tenido ni un percance con ellas. Son inteligentes y por eso, huyen del ser humano. Parece que sus enemigos son los aguerridos gatos que cruzan la noche, esos gatos que no son de nadie y no comen croquetas para gatos. Las urracas se cuidan mucho de molestar al ser humano. Saben que sería su perdición. Hoy es viernes, iniciando octubre estamos. Caminar tranquilamente por los caminos consabidos está al alcance de todos. Caminemos, pues, esos caminos porque así no nos perderemos más que espiritualmente por ellos.

El solitario llena su corazón de un olvido.

Un olvido de las gentes que conoció.


 El otro día, al intentar seguir con un relato de unos cinco folios, me encontré con la frustración. Con la frustración de repetirme y no saber cómo ha de continuarse una historia. A lo mejor me convenía ir a esos cursos de escritura que dan la calle San Bernardo de Madrid. Pero no lo haré. Es cuestión de superar una carencia de imaginación por mi parte. Y para eso no necesito a nadie que me diga cómo escribir una historia. Ya he escrito varias. Se dirá que mis historias no son al uso, al uso de historias que se venden en librerías a 20 pavos cada una. Pero son valiosas mis historias: reflejan un mundo muy personal mío. Aunque, si me pongo a pensar, qué mundo personal tengo yo. Pues eso, el mío. Mi vida no es espectacular, ese adjetivo usado cuando se viene de vacaciones del Vietnam (parece que ya no es Tailandia donde hay que ir), pero sí interesante. Yo, cuando me junto con personas, casi siempre tengo tema de conversación, siempre hablo de algo, siempre me explayo.

En España no hubo calefacción por mucho tiempo.

Este hecho es digno de recordarse.

 Por noviembre ya suele hacer frío. Hay un refrán que dice que por los Santos, la nieve en los altos. El año pasado no la hubo en esa fecha. Fue una nieve tardía la que hubo que duró poco. He leído el periódico entre líneas, que quiere decir con la precaución de saber si ese periódico es de izquierdas (perdón, progresista) o de derechas. Ayer me di el paseo largo, al corazón del pueblo cercano, y estuve contento de haberlo hecho pues me vencí a mí mismo al no tener yo muchas ganas de andar. Al llegar a casa me tumbé a meditar. Medité sobre la sabiduría, la ciencia, el darwinismo, las costumbres españolas, las guerras actuales y la cola del hambre. Así, en este orden. Lo recuerdo muy bien. Y luego cené y leí libros muy interesantes y me fui a acostar.

En el cielo zozobra una duda inmensa sobre mi futuro.

Pero todo será distinto, siempre es distinto.

jueves, 3 de octubre de 2024

Hay médicos, enfermeras, jueces, profesores, etc. que hacen una labor preciosísima en la sociedad. Hay también albañiles, taxistas, carteros y peluqueras que consiguen cumplir una gran labor social. La vida hace que aprendas que, si haces el bien, luego el bien recae sobre ti. Es una forma que tiene la gente de recompensarte: que lleves honra si das a los demás algo de lo tuyo: un servicio, una enseñanza, un dictamen, una obra. Para eso está el trabajo, para que todo se reparta en horas de dedicación buena hacia los demás que serán recompensadas con un reconocimiento que suele ser tácito. Que no nos digan que somos buenos albañiles lo dice la obra que has llevado a cabo. Que no nos digan si somos buenos taxistas lo dice si has llegado a tiempo al sitio adecuado. Y así. El trabajo da unas cosas para que luego las recibas en otro ámbito. El camarero lo hace bien para que luego ese camarero reciba un buen servicio del peluquero. Y así.

Mis niños dicen que fulano es buen profesor.

El profesor también dice que sus niños son buenos alumnos.

 Es muy fácil, en esta vida, caer de la superioridad a la mediocridad y a la vanidad. Y esto sucede solo con cometer algunos errores con las personas que rodean a esas personas que son o se creen por encima de los demás. La gente todos somos unos, hay que respetar a todos los que nos rodean, tener atención con ellos, descolgar el teléfono alguna vez y no enclaustrarse en una primacía que, si la hubo, ya no existe. Pasa en las familias y entre la gente que haya alguno o algunos que llevan la voz cantante y dirijan las vidas de otros miembros de la familia. Hay en las familias organizadores de todo, chulos que dirigen, personas que pasan de todo. En fin, creo que ya es hora de que los que se creen algo, que ayuden y no que lleguen a un callejón sin salida con el tiempo y se vean solos. Porque la autoridad ya no aceptada conduce al aislamiento.

A mí no me gusta fulano.

A mí no me gustas tú por no gustarte fulano.

miércoles, 2 de octubre de 2024

 ¿Hay una razón para estar alegres simplemente por el hecho de estar vivos? Estamos vivos, me dijo una dominicana un día que la saludé. Lo dijo exultante, lo dijo convencida. Evidentemente, estaba convencidísima de estar viva, pero es que además estaba muy alegre por ello, por vivir. El caso es que los que vivimos disfrutamos de ese privilegio de estar vivos. ¿Y estamos contentos por ello? A veces la vida es tan miserable que deseamos que pase pronto y entonces no agradecemos estar vivos porque es como una lucha la vida. Pero si disfrutamos de ella, de todas las cosas que podemos gozar en nuestra existencia, debemos estar alegres y agradecidos. Los proyectos vitales de cada uno da a la vida el sentido que le falta para que el transcurrir de los días sea alegre y satisfactorio. Yo no sé muy bien si hay que estar agradecido por pasar el tiempo en el mundo, no sé si hay una causa de estar alegres por haber nacido y seguir dando vueltas a este siglo. Pero yo vivo y procuro disfrutar, haz tú lo mismo.

Luces y después sombras, esfuerzos y descansos 

repartidos en 75 años de media.

 Cuando fui profesor, yo expliqué y expliqué y expliqué asuntos de la lengua y literatura española. Pues nada me queda en la memoria de esas clases que yo di. Me quedan incrustados en el cerebro grupos de alumnos que estuvieron atentos a lo que yo decía en su aula. Eran alumnos modélicos para mí que me hicieron caso, que me quisieron el tiempo que estuve con ellos, que hicimos una piña de amistad para siempre. Creo que ellos también me recordarán como algo bueno que pasó por sus vidas como ellos fueron un ejemplo de bondad para mí. Los otros, los que me hicieron la vida imposible, los que no atendían, los que libraron una humillante guerra de bolas, los recuerdo con antipatía y dolor, dolor de cabeza que me daban, dolor de estar todo el rato corrigiendo conductas disruptivas y odiosas. Pero eran prácticamente niños todos ellos y yo les disculpo, como disculpo hoy a ese alumno al que dije que le iba a poner un cero como una plaza de toros.

A los alumnos malos y a los alumnos buenos,

un feliz deseo de que les vaya bien en la vida.

 Nos creamos a nosotros mismos todos los días. Hay días en que creemos que no somos importantes o que nos da pereza ir al trabajo o que nos arrepentimos de algo malo hecho en el pasado. Pues bien, con estos pensamientos nos vamos haciendo. Cuando ya no existe un recuerdo de nuestra vida pasada algo muere en nosotros porque hemos desistido de ser eso que fuimos en el pasado. Cuando un suceso importante para nosotros como el nacimiento de un hijo o ganar una oposición deja de ganar terreno frente a otros recuerdos más banales, vamos perdiendo nuestra histórica personalidad y damos importancia a otros sucesos menos importantes en nuestra vida. Pero todos esos pensamientos que surgen a lo largo del día nos van haciendo como personas y cuanto más fuertes sean esos recuerdos, mejores personas seremos. Pero es malo vivir del recuerdo. Es mejor hacer grandes cosas en el presente para que el presente nos haga el recuerdo del futuro. Un recuerdo que nos motive para el día de hoy. No siempre todo es lo mismo.

Los recuerdos traen tristeza o alegría a nuestra memoria.

Recordemos todo y el recuerdo nos irá realizando.

 Deseo leerme el libro llamado "Fundamentos de Psicobiología". Es un libro difícil pero se aprenden asuntos del cerebro y del cuerpo. Lo estudié cuando me apunté a la carrera de Psicología por la UNED. Pero no puede aprobar esa asignatura. También quiero leerme el tomo de historia contemporánea que me explicaron en COU. Estamos en 2024. Los adelantos de la ciencia son imparables. Hay una guerra en Medio Oriente y en Ucrania. Estamos viviendo la historia que surgió quizás de la Guerra Fría de los años 50 y 60. Rusia ha vuelto a ser una dictadura después de que Gorbachov abriera ese melón podrido al mundo. El mundo árabe ha protagonizado momentos terroríficos para Occidente (atentado de las Torres Gemelas), atentados en Francia y Alemania, etc. El terrorismo árabe ha encendido una guerra con los asesinatos del 7 de octubre de 2023. Ahora, Israel comete un genocidio en Gaza. Y con los misiles de Irán ayer, ya están en una guerra abierta enemigos que lo han sido siempre, desde su fundación. Esperemos que la guerra dure poco.

Las guerras suponen la pérdida de vidas y dinero.

Ojalá acaben pronto.

  El otro día daba vueltas al dial en la radio: noticias de economía, de política, de deportes y ya iba a dejar de oír el aparato cuando me crucé con una lectura del Antiguo Testamento que se llama "vanidad de vanidades". Y lo oí y decía más o menos que después de una generación vienen otras que la olvidarán y caeremos todos en el  olvido y la fama y el lujo y la ostentación y el poder pasarán a otras manos que harán lo mismo. Todos los afanes del hombre en vida pasarán y serán una vanidad, un humo que se insertará en el viento del tiempo que pasa. Todos los que han metido un gol decisivo, todos los que han levantado un imperio de oro, todos los desgraciados de este mundo, todos los que han escrito un libro que ha leído mucha gente tendrán el mismo destino: pasar y ser olvidados. Pero yo digo que quizás lo que no pase sea el amor del padre por los hijos o el amor a un hermano o a una madre. Eso no pasará.

Prisión de un dios son las venas que recorren el cuerpo.

Amor por los nuestros es ese dios.

martes, 1 de octubre de 2024

 Dice el refrán cristiano: la fe sin obras es fe muerta. Y otro que dice: por sus hechos los conoceréis. La gente no quiere palabras, quiere hechos, obras, acciones. Pues que la gente no se los pida a los políticos, que están todos los días mandándose el discursito. Los políticos no aspiran más que a conseguir votos como sea. Y como sea no funciona. Pocos políticos hay que consiguen que el tren llegue a su comunidad, que haya pisos de protección oficial, que haya más médicos y más maestros, que regule la inmigración, etc. Todos están pendientes a ver qué dice el contrario y luego exclamar: esto es inaceptable o esto es propio de Franco, etc. Se insultan sin pudor unos a otros y está la casa sin barrer. No hay más que pactos hueros, declaraciones de autobombo (somos los progresistas, los mejores) pero ya te digo, de hechos probados, nada. La gente sin vivienda, la inflación que no baja, los trenes no llegan, etc.

Son ustedes la anti España

y ustedes, la otra anti España.

 Antes, miraba en las antologías de poetas, que son colecciones de poemas por orden temporal, y con eso hacía los blogs. Luego pasé a escribirlos de mi propia cosecha, los blogs. También usé lecturas de libros en prosa (lo contrario de la poesía; o sea, la narración) para hacer un resumen de lo leído y dar mi parecer. También he usado mi propia experiencia para hacer descripciones de personas, de situaciones, de anécdotas más o menos curiosas. Pero todo, en resumen, es vida, vida que pasa. Los poetas escriben sus poemas dándose cuenta de que ellos pasarán y quizás también su gloria y fama, si es que las tuvieron en vida. Los novelistas creen que su novela es el no va más de la novela negra y, al final, negro es el destino del escritor, que, como se descuide, no come. Cuántas veces he oído decir a escritores consagrados que, para dedicarse a la novela, antes hay que tener un sueldo de algún lado. Es tal el número de novelas en las estanterías ( o sea, competencia) de las librerías, que es imposible que una triunfe sobre las demás. Es muy difícil vivir de los escritos y no digo ya de los poemas. Y ya no digo más sobre el oficio de escritor. Ego valeo ut tu valeas.

Tu cuerpo distinto se me antoja más flaco.

Los días que han pasado te han comido la carne.

 No les vinieron a ver. Ni de uno en uno ni todos juntos. Pero la alegría era la misma. Se acabaron los días de ir y venir al hospital. Las mañanas ya fueron más normales. El sueño llegó como llega el agua a la boca. Y no vino nadie. Las alforjas que cargaron se descargaron en el pasillo. Dimos muchos paseos por la calle, ya toda tranquila y sin ansias. No fue tan duro mirado de lejos en el tiempo. Pero no vino nadie, ni en grupo ni de uno en uno. Pasaron de ellos, pasaron de la casa, pasaron de mirarles a los ojos cansados. Y tampoco dijeron mucho. El sofá se llenó de ellos otra vez y la cama y la mesa de comer. Otra vez ellos normales y corrientes, al alcance de cualquiera, pero no vinieron. Ni uno ni otro ni nadie. Nadie vino. Frater tuus aegrotus fuit et nihil venit in domum sua. Ut tu cedet, non lacet visitam meam.

Cenizas arrojó la noche completamente oscura

para que los dos supieran de su soledad.






 Creo que ha llovido por la noche. Nos ha pillado la lluvia en la cama. Los tiempos buenos se recuerdan pero tienen el defecto de ser pasados. A lo mejor yo estoy pasando por un tiempo bueno, no lo sé seguro. De la eutimia se pasa a la manía con facilidad. Me he acostumbrado a pasar más horas en casa, ya no voy a la asociación y deseo estar más tiempo con Paco. O sea, que sí ha cambiado el cuento, quizás a mejor. La vida se repite a sí misma pero con otros horarios y costumbres. Esta noche he dormido muy bien, del tirón y casi al meterme en la cama, tras fumar un cigarro. Ojalá la cosa vaya bien y todos podamos decir que no hay nada bajo nuestro sol que nos perturbe. Dicen que la vida da muchas vueltas pero lo que quieren decir es que la vida de uno cambia a veces para bien o para mal. Es difícil mantener la postura sin caerse, siempre hay alguien o algo dispuesto a tirarte del estante. Y ya he escrito. Vales ut ego valeo.

El equipaje superfluo que llevamos 

podríamos dejarlo fuera y ayudar a los demás.