Debe de estar la gente en sus puestos de trabajo. No se la ve por la calle, en los bares, esas iglesias de los obreros, como decía Marx. Debe de andar la gente metida en oficinas, conduciendo un taxi, tras la barra de un bar, en un andamio, cortando el césped, etcétera. Yo aquí voy poniendo que Marx llamaba a las tabernas las iglesias de los obreros y a la religión la llamaba el opio del pueblo y a la ganancia del burgués la llamaba plusvalía. Y el producto del trabajo del obrero no estaba pagado convenientemente. Entonces, se hacía una huelga y a ver qué pasaba. O se pretendía una revolución que sofocaba el ejército. Ya no hay huelgas, ya no debe de haber ni obreros como tal. La sociedad está inquieta, deseante. El dinero marca la pauta antes que la revolución. La gente vive mucho mejor que los obreros de antes. Yo escribo aquí que muchos dicen que Marx se equivocó. Pero no parecen hacer caso.
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