Estoy escribiendo un libro de uno que se obsesiona con la falta de insectos que hay en la Tierra. Por lo menos, se obsesiona por los pocos insectos que ve allá donde va. No ve saltamontes y eso le preocupa hondamente. Va al parque y mira al suelo y se lleva una fuerte decepción. Lee libros modernos sobre la extinción de especies. Apenas ve hormigas y algún escarabajo. Y eso le llena de la idea de que el ser humano está destruyendo algo valioso. Cuando se lava los dientes, piensa en dónde irá a parar la pasta dentífrica. Piensa en los plásticos que ensucian y contaminan todo lo que tocan. Piensa en sí mismo, si no se estará extinguiéndose poco a poco por el aire que respira. Y este hombre que creo en mis páginas puede ser cualquiera porque cualquiera puede preocuparse por lo mal que va el medio ambiente. La muerte de un ser indica la muerte de otros muchos, es el lema de este protagonista de mi novela.
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