Pusieron en sus manos pan de amor. Y lo tomó y fue más feliz que antes de aquella desgracia que cayó sobre su casa. Y olvidó la muerte y la tristeza de ser pobre. Olvidó la amenaza de que todo saliera mal al final de sus días. Comió del pan hecho de trigo molido, hecho del amor a las cosas y a las gentes y no le fue mal, todo recobró una dichosa armonía para siempre. Sabía que de viejo no le iban a llamar tonto y no le mandarían a pasar sus días a la casa del engaño. Pasaron los años sumidos en un plan de amor de los días y los que paseaban y los que saludaban atentos por las mañanas. Y todo era pan y todo era amor hasta el final de sus días.
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