Escribo tres o cuatro renglones y aparece la frase memorable, atractiva, poética. Y mi mirada se fija en esa frase que dice sonoramente algo. Enamorado del dinero, quizás. O si yo me hiciese a algún camino. Las bondades de los adjetivos y los verbos las conozco desde hace mucho tiempo pero siempre me sorprenden. La mezcolanza de palabras dicen cosas inéditas, nunca dichas antes. Y eso es lo que me gusta del lenguaje. La escritura también sirve para contar estados de ánimo, para que no se quede en mi cabeza mi mal humor, mi soledad, mi dolor de vivir. Llevo ya unos cuantos blogs hablando de mi soledad, de mi dolor de abrir la boca solo para decir adiós, nadie a mi lado, ninguna conversación. Se pone uno bastante triste cuando nadie lo mira como un jarrón que podría verter una bebida que apague la sed. Y yo apagaría la sed del otro, la sed de estar solo. Y ambas soledades disfrutarían de las palabras, de las anécdotas contadas...
Las palabras tienen la misión de crear historias.
Las historias allanan el camino a la conversación
No hay comentarios:
Publicar un comentario