Es difícil la vida cuando no da más que una grisácea materia hecha de pasos solitarios, pasos desganados. Se expone mi costado al aire, a un aire frío, desolador, terco. Me cuesta vestirme de calle, me cuesta ir a los sitios, me cuesta mi soledad impuesta. Un batir de alas cortas que buscan el pan no me bastan. Quisiera yo alcanzar a las gentes, decirles algo nuevo, mover el aire con mi cabeza y mis manos para atraparlas en una conversación. Pero todo se mueve a mi alrededor guardando silencio, buscando el silencio, matando las voces que podrían ser buenas. No hay humor en el día. No sonríen mis labios ni mis manos abarcan el sonido de mis palabras. Todo es adiós. Todo es el feo saludo de gentes dormidas.
Busco el dormido ser que me haga hablar
más de un saludo, más de un adiós.
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