sábado, 6 de enero de 2018

Ayer vi tres películas, ninguna desde el principio pero me gustaron mucho las tres. La primera fue "El verdugo" de Berlanga que va de un verdugo que se jubila, en los años de Franco y cede el puesto al yerno, que no quiere serlo. Se suceden escenas de comicidad negra, todo por un piso. Luego vi "Rita y Chico" que va de un amor cubano y musical, cosmopolita y un poco triste. Luego recordé "Forrest Gump" y me gustó la parte en que este se pone a correr. Ojalá pudiéramos hacer lo mismo todos cuando tuviéramos algún problema existencial o de otro tipo, descubriríamos el mundo a golpe de zancada y se nos irían los problemas a la porra por un tiempo. Son magníficas las escenas en que Forrest corre, corre y corre seguido de gente o en solitario, con las panorámicas de montañas y lagos norteamericanos de fondo. Y cuando conoce a su hijo en la película me embargó una emoción honda. Forrest se hacía el tonto pero no lo era. Yo leí el libro por encima pero no me gustó mucho.
Con ese tropel de imágenes me fui a acostar ayer y hoy me he levantado un tanto más prosaico, sin la ingeniosidad que suscita la pantalla y el cine.
He estado charlando con mi familia y he hecho el chiste de que me había tragado la haba del roscón. Después apareció aunque alguno de familia sí se creyó que me la había tragado.
Ya acabó la navidad. En fin, vienen tiempos quizá tortuosos o ambiguos pero habrá que hacer por sortearlos como se pueda.

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