domingo, 17 de febrero de 2013

Voy a analizar mi estado de ánimo que sufrí el día 15 de febrero de 2013, viernes. No es fácil ya que fueron sentimientos difusos. Lo único que sé es que me infundieron un gran temor a sufrir una depresión. Más o menos lo que hice el viernes fue levantarme más pronto de lo que tenía por costumbre así que puse el despertador que traje de casa de mis padres. Puede que influyera en mi estado mental el hecho de no haber dormido de un tirón sino como un duermevela, pendiente precisamente del mismo despertador. Mi hermano se levantó esa noche varias veces alertándome y despertándome también porque tenía que madrugar para irse al taxi (mi hermano no soporta la idea de tener que madrugar). A mi mente acudió un inmenso aburrimiento o inacción que me dejó bloqueado para escribir en mi novela o en el blog de modo que me quedé largo rato mirando por la ventana, yo solo en casa, impotente y lamentando mi suerte de no poder expresarme o contar ninguna aventura de mis personajes.
Esta inexpresividad de mi mente y de mi espíritu me fue minando poco a poco hasta conducirme a un colapso mental en el que yo creía que me iba a quedar para siempre triste por no poder expresarme o que se me fuera la inspiración o algo así y empezó a producirme temor. Solucioné el asunto yéndome a charlar con Elenita y Carmina, dos amigas mías. Pasé la mañana así y recuerdo que después de acompañarlas, me fui al parque a fumar un par de cigarrillos y es allí, en el parque, cuando empecé a pensar que vaya viernes más anodino, raro y aburrido, cuando los viernes siendo profesor eran tan agradables  y épicos, por decirlo así, y no los volveré a vivir y me empecé a desasosegar de tal manera que me creía desdichado por no tener un horario o un trabajo del que estar pendiente o no estar pendiente pero que me resolviera tantas horas de estar de más por Majadahonda y empecé e desesperarme grandemente. Luego comí y fui a tomar café y "la tertulia" estuvo animada con Alfonso y Paco, mi hermano, que no paraba de darme consejos al contarle yo cómo me sentía. Mi hermano decía que debería construirme un horario: lectura, escritura, etc. Luego, Paco y yo nos fuimos a Madrid y se me pasó la sensación de miedo por falta de inspiración que había sufrido por la mañana. Hicimos unas compras en El Corte Inglés y nos comimos unos bocadillos de calamares. Al llegar a casa estaba muy cansado y me acosté. Llamé a Eva pero no quiso venir a casa. Paco se fue al Kentuky. Creo que acabé de leer "Mahattan Transfer" antes de acostarme.
Ahora que he analizado el día este del aburrimiento, la falta de inspiración, el temor a no saber qué hacer en largas horas de inacción y postración mental, puede que la clave esté en la noche anterior que no dormí bien, junto con la idea de que los viernes son felices porque anuncian el descanso pero mi descanso empieza el lunes y no acaba nunca, estado que todo el mundo diría que es una bicoca pero que yo he constatado que a veces es una trampa en la que se cae por no tener un destino desde que uno se levanta hasta que se acuesta y que provoca una sensación grande de inutilidad en el alma y no deja uno de vivir en el recuerdo, de cuando uno era, precisamente, útil y estaba ocupado.
En fin, si el estado depresivo de ese día lo provocó el mal dormir, lo que hay que hacer es dormir bien de un tirón y levantarse sin condicionamientos que imponga Morfeo.
Otro dato es que al visitar a la psiquiatra, esta se alarmó mucho de que yo me levantara a las once todos los días y yo me acomplejara por los kilos que tengo de más por esta causa y de repente quisiera perder kilos, despertarme pronto, andar por hacer ejercicio y al cabo lo que he conseguido es obsesionarme con estas cosas y dormir mal. La psiquiatra me bajó la dosis de un medicamento y eso también pudo influir.
El caso es que si me levanto más pronto y preocupado por los kilos de más y por las horas de más que duermo etc lo que sí debo hacer es ocupar las horas de modo satisfactorio sea haciendo ejercicio o escribiendo pues son las actividades que yo sé hacer junto con la lectura.
Un último apunte resulta de la manera en que yo me levanté el sábado y fue que yo temía que ese miedo que sufrí el viernes se iba a producir otra vez y me alarmé pero el sábado fue un día ameno y tranquilo que pasé con Eva, Robi y Laura y no estuvo mal del todo.
Si todo fue producto de mal dormir espero que se solucione si duermo bien y dejo de obsesionarme con mi peso y con mi sueño.
Otra obsesión que tengo, que la comunico con Eva, es el hecho de tener hijos. Que tengamos los dos una posición desahogada y no tengamos hijos me desazona y me parece un egoísmo no tenerlos y aunque piense en la edad de Eva, mayor para tenerlos, y en la dificultad que comporta criar un hijo, no dejo de pensar en la posibilidad de tenerlos, aunque sea adoptado. Y me rompo la cabeza con esta cuestión que no va a ningún lado nunca. Es una obsesión estéril, de las peores que hay.

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