lunes, 30 de septiembre de 2019

Me estoy leyendo "Padres e hijos" de Turgueniev. Me gusta su estilo. Es directo, no escribe de más ni de menos, va al grano y sitúa la acción muy pronto. Pone el conflicto en los ojos del lector muy pronto, no hay que esperar. Lo he cogido de la biblioteca y está muy sobado, eso es muy buena señal. Comparándolo con "Los demonios" de Dostovieski, no hay color. En "Los demonios" me he tirado hasta la página 150 y no pasaba nada más que visitas de unos personajes a otros sin la mayor transcendencia. Era un rollo seguir la vida de una viuda y un tipo raro que la acompañaba así que lo dejé. Me parece que va de un atentado terrorista pero a mí me cansó mucho. En "Padres e hijos" sale un nihilista, que es un amigo del protagonista Arkadi. Los nihilistas son los que no creen en nada. No creen en la ciencia ni en Dios ni en nada. Pero este personaje nihilista, que se llama Barazov critica inmisericordemente al padre y al tío de Arkadi, los llama sentimentales, viejos y anticuados. Una cosa es que seas nihilista; otra cosa es que no respetes a los demás.
Hay en España muchos que no creen en nada y de ese descreimiento, lo que surge es el odio a los demás o su desprecio. Y eso ya no tiene que ver con que creas o no creas en algo o en nada. Todos somos seres humanos. Nos merecemos respeto mutuo. Luego, puedes creer en lo que te dé la gana.

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