domingo, 29 de septiembre de 2019

En todas o casi todas las novelas que he leído (que son unas cuantas), el protagonista es un ser problemático. Si no hubiera problemas, la novela no existiría. He leído novelas que acaban bien, pero son las menos. Fernando de Rojas llamó a la "Celestina", "Tragicomedia de Calixto y Melibea". En esta obra coral todos los personajes mueren al fin de la novela dramatizada. Realmente es una tragedia, no tiene nada de comedia, aunque hay cierto humor en el tratamiento de ciertos temas. Las novelas negras, de crímenes y detectives o policías, se nos presenta un protagonista que tiene un montón de problemas personales o de otro tipo (alcohol casi siempre) y que, sin embargo, está muy empeñado en coger al asesino. 
Todos vemos y oímos de pasada verdaderos dramas que podrían ser argumento de una novela porque la novela parte de la realidad que ve el escritor. El escritor no inventa nada. Ya está todo en el mundo que le rodea. Hasta Hannibal Lecter tiene su correlato en la vida real, según el propio escritor, que dice que él no ha inventado nada.
Y así va todo, un mundo lleno de problemas que son base de novelas. 
Como dice un señor de ciencia al que leído su entrevista: "vivir es ir resolviendo problemas".

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