martes, 27 de febrero de 2018

A veces nos empeñamos en querer a quien no nos quiere. Este proceso puede durar tiempo, hasta que nos desengañamos de mala manera. A veces, no disponemos en nuestra vida de alguien que nos quiera a la que nosotros podamos querer. Entonces es aconsejable abrazar la poca independencia y soledad que podamos acaparar en nuestra pobre alma.
La soledad no da nada especial. No da amor, cariño, un chiste divertido y menos aún sexo compartido. Pero da mucha tranquilidad, reposo necesario hasta que surja alguien en quien poner los ojos y nuestro amor.
La vida es muy caprichosa y si se pone demasiado caprichosa, puede resultar muy dura ya que nos expone a males que no creíamos posibles hasta que llegamos a pensar que qué estoy haciendo en este mundo.
Pero no todo es malo en la vida si sabemos sufrir sus males o abrazamos la soledad, ya digo, con ese amorcito pobre que podamos guardar para ella en casos en que no podamos dar nuestro gran amor sin exponerlo gravemente.
La soledad sirve para hacer poemas, ir al cine o pasar un rato en el bar leyendo las noticias del periódico. No vale para mucho más.
El amor es muy bonito pero su revés suele ser duro de encajar mientras que la soledad es como un camino llano y aburrido que se anda más o menos bien.
No todo en la vida es como los anuncios de la tele, en los que todos sonríen. Es más bien al revés. Se suele llorar mucho en la vida o se pasa por ratos amargos. La soledad amortigua a veces, si se la sabe entender, esos ratos malos.
No siempre se ha de estar solos. Solo por estadística, tocamos a muchos habitantes por minuto y alguno habrá que nos toque y sea bueno y merezca la pena. Para esto, hay que querer a la soledad y a la paciencia por igual.

La soledad siempre está a tu lado así que es un recurso fácil.

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