domingo, 5 de octubre de 2014

Que muera la locura y su cuchara enhiesta,
que anden los cojos y sacudan sus piojos con soltura,
que no tengamos que nacer para ver esto,
que la luna nos aguarde sin haber perdido el corazón en una calle mala.
Que la luz del sol mañana purísima Perú nos la ofrezca.
Y lavemos el esqueleto
y cojamos la concha de la paz en el hilo de nuestro pensamiento
y no seamos peces en la mar de aquí dentro
para que no nos confundan con los tristes de los cementerios.
Vengan callados los soberbios
para que su voz no se resienta en los bancos de los mendigos
donde toman el sol gratis y piden para un café que nunca es.
Perdonad todo esto, perdonad para estar sentados con chocolate, perdonad para no tener que tragar el Cañón del Colorado.
Perdonad la insistencia y el pecado porque el pecado es insistente.

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