miércoles, 25 de junio de 2014

Me acuerdo de que el año pasado me obsesioné con la idea de viajar aunque fuera modestamente. Como dice Unamuno en su novela "Niebla", se viaja por dos causas: deseo de conocer otros lugares u odio al lugar en el que se está. Insistía en mi mente ese año la idea de ir a Toledo, cosa que no hice pero no creo que lo motivara el amor a esa ciudad sino el odio a  Majadahonda, en la que yo vivía. Los autores del 98 viajaron frecuentemente  a Toledo porque veían en esa ciudad las esencias de España. Yo pensaba en Toledo por su cercanía y cuando lo tenía todo preparado para irme pensaba que qué iba a hacer yo allí solo sin nadie con quien hablar ni comentar lo que se viera allí y el calor que iba a pasar y otros inconvenientes con lo que no me lancé a ir. Lo que hice fue ir a Madrid varias veces pero sin nada calculado más que caminar al buen tun tun de lo que pronto me harté y también dejé de ir. Este año no deseo viajar y no lo hago. Quizás lo haga gracias a los libros.

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