miércoles, 4 de junio de 2014

En el siglo XVIII existía la figura del petimetre, bien descrita por Cadalso, autor poco conocido que debería ser conocido por cualquier bachiller que se precie y por cualquier español que se precie que escribió las "Cartas marruecas" a imitación de otro ilustrado francés. El petimetre se levantaba tarde (cosa que no le critico pues yo lo hago), se vestía de largo e iba al café a dar voces sobre política (ahora es sobre fútbol), galanteaba con mujeres casadas y sin casar y las llevaba a su casa a disfrutarlas. Nunca tenía dinero porque se lo gastaba en vestir, en beber por la noche con otros rufianes como él. No trabajaba porque vivía de rentas acumuladas pero le durarían poco por el tren de vida que llevaba. Acababa pidiendo a la puerta de una iglesia o así lo quiero yo aunque Cadalso solo pinte un día de su vida. Con el correr de los años seguro que Cadalso lo vería a la puerta de la iglesia y diría: aquí, un mendigo, otrora petimetre. Cuánto petimetre hay en España.

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