martes, 3 de junio de 2014

Entre las personas que van a su bola, por lo menos saludan pero solo para que no les digan algo, estas lentejas de martes y jueves, este hospital de todos los días, esta gente incomprensible que no es normal, que va de algo que yo no sé, estos escritos que se quedan sin continuar, esta aventura triste de levantarse cada mañana, estos cotillas que, claro, quieren saberlo todo de ti, este calor desde por la mañana temprano, este no estar en familia como antes, esta paella hecha de repente y con prisas y el gilipollas de turno que ambiciona ser alguien importante a base de minusvalorar a los demás, mi cabeza da vueltas sin ningún sentido buscando el sentido a unos comportamientos que nunca entenderé. Es que son jóvenes. Y una leche. Lo que son es viciosos, borrachos y no tienen nunca una perra. Lloran por el dinero, quieren dinero, aman más al dinero que a cualquier persona en el mundo porque el dinero les ofrecería la fiesta sin fin que ellos desean siempre. Son personas que quieren parecerse a los personajes de papel cuché. No valen pa ná

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