jueves, 9 de julio de 2020

Este año, el verano no ha sido un puto anticiclón que se ha instalado encima de la península ibérica, si no que ha habido nubarrones, pequeñas borrascas y aires fríos que entraban por no sé dónde. Esta circunstancia ha permitido que Paco y yo nos fuéramos al pueblo de al lado andando y volvamos de la misma manera protegidos por un cielo cubierto que anulaba la ferocidad del sol.
Aún así, nada ha impedido que se extienda la mala ostia entre la gente como pasa todos los veranos. El otro día voy yo a ver a los de la asociación y todos están puestos a la sombra, dejando el puesto de sol para el que llegara el último. A los cinco minutos me piré, deseando lo peor para esos acaparadores de sombra.
Y así todo: será el roce o que ya no nos aguantamos o el efecto del calor o que nos quedamos todos en la ciudad y la envidia nos corroe por el que está en la playa. No sé qué será, pero todo el mundo está de mala ostia contra el otro medio por estas fechas. No falla ningún año.
Me consta que esta granizando por Segovia y a mí me gustaría que cayera un piedra de un kilo sobre la cabeza de alguno que yo me sé.

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