lunes, 29 de junio de 2020

Hoy me he levantado a las 12 del mediodía. He salido con Paco a comprar pan, medicamentos, tabaco, leche y sopas de letras para mi madre. No me ha dado tiempo ni a fumar ni a pensar qué haría yo en toda la mañana. En una terraza nos han dado las 13:30. Hemos venido a comer. Yo he comido una lata de callos y mi hermano se va a comer ahora un filete de hígado de los que sobraron el sábado. Todo bien porque no me ha dado tiempo a pensar. El caso es que estamos a 29 y junio va a dar a su fin. Queda julio y agosto pero agosto, a partir del 15, día en que se celebra la Asunción de la Virgen a los cielos, todo va ya de capa caída para el verano y sus veraneantes. Y empieza teóricamente una brisa que refresca (en agosto, frío al rostro). 
Dice el calendario zaragozano que maneja mi hermano que julio va a ser un adelanto del otoño. Me cuesta creerlo pero ojalá que sea así. Si viene un julio como el junio que ha venido, miel sobre hojuelas, un placer.
Ahora me voy a poner con mi novela y con el comentario de algún poeta de la antología que tengo a mi disposición. La poesía es bonita pero necesita paciencia para ser apreciada.

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