sábado, 20 de junio de 2020

El siguiente poeta es Blas de Otero. Yo le tengo un poco de manía pues es el que en un soneto famoso decía: "A ti alzo los ojos y tu me los sajas vivos" y "A ti alzo los brazos y tú me los cercenas". Quiero decir que es un hombre de pasión exacerbada, de mucha violencia expresiva que, cuando yo lo leí por primera vez me resultó enojoso. Voy a comentar un soneto suyo:

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando,
a Dios. Y su silencio, retumbando, 
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser-y no ser- eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!


Yo lo veo todo exagerado y no como cuenta toda la tradición religiosa: que si te acercas a Dios, Dios responde con amor. En este caso es Dios de una violencia extrema con el poeta y a mí no me parece creíble. Hasta el punto de que el poeta alude a una visión salvaje de Dios y con imágenes de objetos cortantes y arenas de sal, que lo veo todo una exageración. No sé qué circunstancia le hace decir al poeta que lucha cuerpo a cuerpo con la muerte.
La exageración va en crescendo: "arañando sombras para verte" y luego las imágenes brutales de un cuchillo cortando zonas vitales y sensitivas. Yo no entiendo esta relación con Dios.
No me gusta este soneto todo sincopado y lleno de dramatismo violento. Si hay que salvar algo, salvaría el verso final, también muy pesimista. Ángel con grandes alas de cadenas: o sea, el ser humano es como un ángel pero imposibilitado y atado por cadenas.

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