jueves, 7 de noviembre de 2019

Con mi hermano acatarrado, tosiendo constantemente y yo preparándome para el invierno, entramos en noviembre. Noviembre es un mes dudoso pues en él ya hay invierno aunque pertenezca al otoño. Se dice: "por los Santos, la nieve en los altos" y sí parece que ha nevado en cumbres españolas. En noviembre yo cumplo años pero yo casi nunca he celebrado mi cumpleaños, ni siquiera cuando era pequeño.
La vida está como pegada a un latir tranquilo y sumiso al paso de las horas; la vida no contesta las preguntas misteriosas que se hace el hombre; la vida solo se dedica a pasar en forma de horas, noches, días alumbradas por un sol tibio.
Hay gente que está como una cabra, que hace cosas que confunde a los demás. Son incapaces luego de aclarar esa confusión ni de pedir perdón por haberla creado. Son gente que se cree algo más de lo que es. Son narcisos mirándose en el charco. Son gente que amarga la vida a los demás. Y puede ser tu hermana, tu cuñado...
Bueno. Ayer oí en un programa de radio sobre la menopausia. Hay mujeres que casi enloquecen por esto de la menopausia. Ahora hay remedios médicos que mitigan tal situación que pasan las mujeres.
En la calle, hace viento, hace frío. Noviembre se alía con diciembre en un hermandad hosca y hostil.

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