jueves, 28 de marzo de 2019

Hoy, a finales de marzo que estamos, ha hecho un tiempo impropio en lo atmosférico. Mucho calor. A mediodía quizás habremos rondado los 27 grados, sin exagerar. Y sin llover se hizo papel. No sé si deberíamos danzar la danza de la lluvia o sacar a San Isidro en andas por Madrid haciendo rogativas: danos el agua Señor, que los campos están secos, etc., etc. Muy mal lo vamos a pasar de aquí en adelante si las compañeras del alma, las nubes, no se confabulan para unirse en manada, hacer un gran simposio y darnos las gotas, agua en tropel que necesita la tierra. Que llueva en abril, bien, pero lo veo muy difícil según va la cosa. Que llueva en mayo, cojonudo, pero lo veo mal también. Hay tres refranes de abril: "si no hubiera abril, no habría año vil": creo que lo dicen por las heladas intempestivas de este mes que jode la cosecha. Otro: "en abril, quemó la vieja el mandil", por arrimarse a la lumbre se supone. Puede hacer frío en abril pero últimamente no me lo creo. Y el último y el más mentiroso últimamente: "en abril, aguas mil". Y una mierda. En abril no cae ni gota. Los campesinos tienen las cervicales hechas polvo de mirar en abril al cielo, tienen el cogote atrofiado y no digamos mayo que en materia de agua caída del cielo, nasti de nasti. Invoquemos al dios de la lluvia hora tras hora, minuto a minuto y a lo mejor nos hace caso y llueve tras de los cristales una semana entera y yo metidito en casa sin ver tontos ni tontas de las que se estilan ahora.

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