lunes, 14 de mayo de 2018

El fútbol es el opio del pueblo. Ni siquiera en eso acertó Marx. No creía Marx que un deporte pudiese convertir a la masa (obrera o no) en un montón de individuos estupidizados por un juego. A mí el fútbol de hoy me parece una secta que imbuye en sus seguidores una fidelidad fanática rayana en la religión. Los equipos de hoy en día tienen fanáticos que hacen guardia para hablar y hablar de fútbol constantemente. Solo les falta a los equipos inventar unas oraciones y unas peregrinaciones santas a las reliquias de jugadores antiguos para que gane siempre el equipo. Los jugadores de fútbol son los dioses de hoy en día. Se los venera, se los idolatra, muchos morirían por ellos si llegara el caso. Veo en el telediario esas masas vociferantes y me da miedo. A lo que ha llegado la gente. Pagan sumas considerables para ver unos partidos llenos de furia, insultos, pasión desbordada hasta el misticismo. Hay quien sueña con goles y penaltis en el último minuto. Los periódicos deportivos pasan de mano en mano a ver cuántos millones cuesta un jugador. En época de fichajes, la gente habla de millones como si fueran céntimos de euro. Todo les parece poco. El fútbol es religión. Una religión que hay que seguir fielmente y decir siempre que tu equipo es lo mejor que te ha pasado en la vida. Hay gente que no se puede perder el partido definitivo, el partido culmen, que luego es una mierda de partido donde no ha habido ni goles ni juego. Un autógrafo de un jugador se enmarca y preside la habitación del niño hasta que este crezca y sea socio de por vida del equipo y muera por él. Las histerias y las alabanzas no tienen parangón con ningún otro ídolo que se pueda imaginar. Una foto con un jugador apacigua el furor del seguidor, le llena de satisfacción y orgullo.
Juan Ruiz, arcipreste de Hita decía que el ser humano siempre quería hacer esa locura. Se refería a la jodienda. Hay otra clase de gente que ve una mujer o un hombre y empieza: qué tetas, qué culo y una serie de deseos se manifiesta en su boca de manera burda y obscena. El sexo desordenado también es un dios en nuestros días. Todo el mundo tiene que follar a todas horas según esas gentes. Follar es el ideal de muchos. Por eso hay tantísimas prostitutas en España, tantas infidelidades, tanto Sodoma y Gomorra. El sexo es otro dios al que acudir si no sabes en qué mundo vives. El sexo te orienta y te conduce al placer tanto como el fútbol. Y luego vienen las drogas. El alcohol es algo que está al alcance de los niños en este país. Hay gente que, desde que llega el viernes hasta el domingo, está sujeto a un vaso lleno de alcohol, está bebiendo constantemente, está borracho todo el día, sueña con el alcohol que generosamente derraman por miles de litros los bares y los supermercados.
Termino: fútbol, drogas de todo tipo y sexo son los tres pilares que sujetan España. Si no hubiera de esas tres cosas a tutti plei todos los fines de semana, España amanecería incendiada de Cabo de Gata a Finisterre en un solo día.

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