miércoles, 13 de diciembre de 2017

No tengo historia. Según mi amigo Antonio, un escritor debe tener una historia que contar. Por ahora me conformo con una historia pequeña que quiso ser grande. El argumento de una novela es fundamental. Debe tener algo que motive la lectura. Quiero escribir otra novela larga pero no sé cómo lo haré. Pensé que el protagonista de mi próxima novela había de ser el asfalto pero no sé cómo articularla. Falta la chispa que empuje al teclado cada tarde y empiece a contar. Mientras, leo "El idiota" de Dostovieski. No sé todavía cómo ese libro puede ser un clásico. Son una serie de conversaciones sin acción alguna que cansan al lector pues no se ve a qué conduce tanta charla absurda pero lo leeré del todo para ver el resultado final.
Los libros son un misterio. Las novelas buenas dejan un poso después de leídas.
Mientras leo y escribo, la vida avanza de modo inexorable, como dijo un filósofo: nos debe dar pena la pérdida de tiempo porque es irreversible. No creo que yo, leyendo y escribiendo, esté perdiendo el tiempo pero me gustaría viajar a algún lado, a algún sitio desconocido y evocador.
Hace mucho frío. Se está bien en casa. Quedan cosas que resolver en mi imaginación

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