jueves, 28 de diciembre de 2017

Estos días he estado escribiendo lo que parece una nueva historia. El protagonista es un punk. Un punk obsoleto y reflexivo que canta canciones en un bar. Le sucederán aventuras, como la de los huérfanos que pretenden suicidarse una noche de mucho viento. Por lo demás, he recuperado una vieja amistad que perdió el contacto conmigo de la manera más tonta y damos paseos y tomamos chocolate por esas cafeterías de Majadahonda.
Este año he ido al mar y me he bañado, he pasado un aburrido verano en el pueblo, he terminado mi novela "La moneda de la soledad" y me gustaría escribir una novela que se pareciese algo a las novelas que se venden masivamente en las librerías, no sé por qué.  Quizás por un intento de emulación fatuo. Este año me he dado cuenta de que no puedo publicar novelas porque me quitan mi pensión, mi sustento, así que solo escribiré para entretenerme y entretener a los amigos que quieran leerme.
La vida ha pasado este año de modo informe y gris, como una enorme nube que no haya descargado ni una gota de agua productiva. Me gustaría tener un amigo con el que charlar de libros, con el que poder hablar de lo que a mí me interesa. Ya he probado en internet pero no hay nadie al que le guste escribir que haya leído mi anuncio. La gente es muy garrula, qué le vamos a hacer.
Quizás lo que yo busque (amigos escritores) esté tan escondido que nunca aparecerá y estaré solo ante mi oficio y mis inquietudes.

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