lunes, 3 de abril de 2017

Me estoy leyendo "Una pareja de escritores" de Raimond Chandler. Es una cruda realidad. Los escritores nos empeñamos en ser escritores pero no sabemos dónde vamos o no confiamos en lo que escribimos. Somos una ingente legión los escritores y a todos se nos ocurren cosas que no tienen mucho valor. Como dice el protagonista del libro ese: " todo lo que he escrito lo tiraría a la basura un escritor de verdad". Pero bueno, no vamos a tirar la toalla y seguiremos intentándolo. Hasta que nos salga la obra definitiva, valorada en un concurso o por una editorial. Es triste la vida del escritor, es muy solitaria, es muy frustrante. Últimamente, yo no he escrito ni una línea en una semana y mi mente se ha quedado atorada para imaginar nada. Siento que un día, nada se me ocurrirá, no habrá motivo alguno para escribir. O quizás no. Quizás escribir sea como montar en bicicleta y seguiré empeñado en trazar historias en un papel.
Por lo demás, al leer las noticias, filósofos agoreros dicen que el futuro es una pesadilla y padres dicen que sus hijos serán más pobres que ellos en ese futuro. Pero la alegría de vivir siempre existirá, habrá gente siempre ávida de acumular experiencias de todo tipo.
La mañana está fresca y la gente anda preocupada por sus hijos, por la compra, por hacer la comida, por echar un polvo después de comer.
Yo estoy preocupado por muy pocas cosas. Mi futuro de hoy tiene muy poco relieve, es como una bola que va rodando, rodando y no  sabe dónde parará.

El futuro, eso que nadie ha visto.


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