miércoles, 14 de octubre de 2015

"Ponme una canción triste", dice una canción de Paul Simon. "Llévame a los mares del Sur", dice otra canción de otro cantante de aquellos años en que no había guerras tan crueles como las de ahora. Las canciones tristes adornan a un hombre que toma café por las mañanas solo y sin nada que hacer.
Me recorre una amargura parecida al café de las mañanas, una amargura suave, contrarrestrada con el blanco azúcar de un sobrecito, ese sobrecito que aguarda a que yo llegue todas las mañanas y abra ese periódico problema y lo lea y después sienta cómo el mundo puede estallar por cualquier costado y luego me pongo a pasear por la Gran Vía y veo gente de edad considerable y veo la mañana decidirse por ser la misma que ayer.
Ayer por fin escribí dos folios de la novela, me quedé contento y hoy tengo la tarea de continuar.
Han cortado los árboles que se veían desde mi ventana. Ya no los agitará el viento sus ramas haciendo un ruido de mansedumbre.
La vida, algunas veces, es el paso lento de las horas.

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