miércoles, 7 de octubre de 2015

Llevo unos días malos, en que duermo mal por culpa de un ligero insomnio o unas pesadillas. Quizás se deba a que tengo cosas por hacer que no hago y eso no me gusta. Tengo que acabar la novela, enterarme de lo de la Uned, estar pendiente de la novela que he mandado a las editoriales, etc. Pero dentro de todo esto que tengo por hacer, también estoy un poco estresado con el asunto del padre de mi novia, que tiene un cáncer de próstata y pasea todos los días y hay que acompañar a mi novia y a su padre todos los días, lo que me asfixia un poco la libertad que yo pudiera tener de andar para allá o para acá. Ayer estaba yo tan a gusto en la asociación con mis amigos cuando me llamó mi novia: "estoy en Gran Vía, estoy en Gran Vía" y allá que fui corriendo sin pensarlo dos veces, como si fuera una obligación para mí. Y eso no es bueno, andar con prisas, andar obligado para luego pasarme la tarde en una farmacia comprando medicinas. Es todo un poco absurdo.
La vida es una obligación y la más importante, la de estar vivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario