lunes, 10 de marzo de 2014

Cuando la relación es larga y no avanza; o sea, como dicen los psicólogos, no se consolida, es mejor dejarlo porque todo son malentendidos. Se repite la historia y no hay experiencias nuevas. Es como un matrimonio que no tiene hijos o que hace las mismas cosas todos los días y encima uno de los miembros le echa en cara al otro la infelicidad de los dos, cuando los dos tienen la culpa de lo que les pase.
Luego puede haber uno de los dos que se vuelva controlador y tiquismiquis: que por qué no haces esto en vez de esto otro y que todo caiga sobre su inspección: entonces todo se vuelve asqueroso y no vale la pena estar con esa persona que a lo que se dedica es a fiscalizar lo que hace la otra convirtiéndose en un ruin para los dos y volviendo la vida de los dos muy ruin.
Y todo va de capa caída aunque cualquiera de los dos sabe que ya no sabe vivir sin el otro aunque este sea un ruin y todo lo bonito ha desaparecido. Se prefiere vivir mal que vivir solo. 
Y esto que cuento no lo digo por mí, sino por lo que veo.

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