domingo, 18 de agosto de 2013

He estado viendo un reportaje sobre un pueblo de Toledo que se llama Cebolla. Allí había una fábrica en la que entraban a trabajar desde muy jóvenes, sin acabar la ESO y ahora la fábrica se acabó y todo el pueblo está en paro menos los que se dedican al campo.
Al final, mi padre va a tener razón: todo el mundo se va a tener que comprar un tractor y hale, a arar la tierra.
Mi padre dice que las bielas todavía están sin engrasar pero que la gente irá viendo que hay que engrasarlas de algún modo. El campo es muy duro pero da. La construcción y las fábricas no dan.
En mi pueblo se vivía de la construcción y ahora todo el mundo está en paro.
El campo está ahí, en cuanto salgas un kilómetro del pueblo. Como tenga razón mi padre, volveremos a escenas ya olvidadas pero seguras, como en su día lo fueron. Andar caminos viejos no significa que no lleven a ningún lado.

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