domingo, 18 de agosto de 2013

A veces nos preguntamos si es bueno resignarnos o debemos ambicionar algo mejor en nuestras vidas. La dificultad reside en que a la ambición la empuja la voluntad y el riesgo.
Resignarse, la resignación cristiana la vemos en este mundo consumista y competitivo como la última opción, lo último que hay que hacer.
En determinadas circunstancias, sin embargo, es buena la resignación, una parada en nuestras aspiraciones para contemplar adónde hemos llegado porque una ambición desmesurada nos puede producir un encontronazo con una realidad que no abarcamos bien.
Dice un refrán inglés: métete en la boca lo que puedas masticar. 
Todo el mundo desea mejorar, pasárselo genial. A veces, metidito en casa ves lo pequeño que eres, lo poco que puedes y te resignas, !qué remedio! con un blog que escribes a cada paso para matar el rato como se pueda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario