lunes, 5 de agosto de 2013

Cuando le pides a la vida emoción y la vida te dice: siéntate a leer un librito, date un paseito y a acostar temprano.
Entonces la vida pierde el brillo que una vez tuvo y empiezas a sentirte viejo porque tu corazón palpita tan tranquila y seriamente que da pena oírlo.
La gente que no pide nada a la vida vive con con la pequeña y triste ilusión de acostarse sin sentir ni sufrir  ni una incomodidad.
Los que desean que la vida haga palpitar a mil el corazón, buscan ansiosamente la muerte en mil peligros, en mil viajes, en mil encuentros y entre esos que desean la taquicardia vital están los aventureros, los asesinos y los toreros.
Yo tengo poco de aventurero porque soy cobarde y sólo juntando palabras hallo algo de emoción pero cuando esté en la playa nadaré hacia la línea del mar con el cielo y desafiaré a algún tiburón, si lo hubiera. Y si no, desafiaré al canto de las sirenas, como hizo Ulises.
Lo que escasea se desea. Yo quiero un unicornio.

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