viernes, 2 de agosto de 2013

Cuando una persona se harta de todo lo que le rodea, todo lo que le rodea se harta de esa persona.
El verano ya no ofrece más que la monotonía de los días, las mismas caras, el mismo intento de evasión a través de una novela o una película.
El verano, que se asocia al trato de amistades, a estar en la calle divirtiéndose, al disfrute inagotable, para mí no significa nada de todo eso. Estoy más solo que la una.
Los veranos de mi juventud y de mi infancia fueron apoteósicos; en ellos desplegaba una actividad increíble.
Ahora, me contento con leer una novela por la mañana y dar un paseo con mi hermano por las tardes.
Pero quizás me queje de vicio y haya gente pasándolo mucho peor que yo.
Quien elige un tono demasiado alto no acabará la canción. Quizá yo exija mucho al verano.

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