Algo de aquel momento queda en estos palacios. Es difícil lidiar con el sol que quema las entrañas. Se acerca la hora de ir viviendo sin asideros, sin la fe del conjunto, sin la mano tendida. ¡Cuanta vida en el alma! Se separa la presunta unión de los corazones para que esos corazones sufran solos. Es una pena dicha sin convicción apenas. Quizás es mejor alejarse de un león que quiere carne. Pero siempre encontrarás otra pieza de teatrillo aún más patética. Solo se trata de tener al hermano cerca. Nos separa una vida del color del desierto. Así lo ha querido la soberbia del que estuvo mandando. Las mañanas me topo con las palabras que dicen soledades pero mejor es estar solo que con apariencias de personas absurdas. Mi acera ya ha dicho que se pisotea su verdad todos los días. Habrá que agachar la cabeza, decir que sí a todo y tirar para adelante.
Desde aquí yo contemplo, tendido, sin memoria,
las luces que un día fueron, hoy verdad irrisoria.
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