Prepara tu esqueleto para el aire. Quedamos los que quedamos. A los cien años todos calvos y con huesos en exposición. Si miro atrás en el tiempo, todo son quejas de mi ser que ha pasado por el mundo. Las acciones que he llevado a cabo no son satisfactorias. Pero se puede hacer un pequeño homenaje a todos esos momentos en que salimos del atolladero los pocos que nos queremos. La habitación exprime su aliento consumado, lo vuelve aire encerrado y lo expulsa por la ventana muy allá, donde da la vuelta el viento. No hay mucho de lo que hablar, el sufrimiento nos hace libres y sabios. Motivos para sufrir he tenido y los he ventilado como he podido. Quizás ahí esté mi fortaleza. Los recuerdos de mi cuerpo sollozante quedan ahí, en la retina de mi memoria. Deseo actualmente ser espiritual, creer en algo sólido y duradero, amar a quién me amó ya que no amo al que me odió. Todo es un olvido, un olvido de seres nauseabundos.
Mucho tiempo pasó para dilucidar quién me quería.
Los que me quieren por materia yo los apartaré.
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