Puede que el mal humor haya desaparecido ya. Es el deseo que pedí a las altas instancias ayer. Llamó a mi corazón un claro día. Los poetas usan mucho eso del corazón, las rosas y el jardín lejano. Yo uso los términos requeridos para la expresión de mis males. No debería quejarme pues hay calamidades más grandes que las mías. La enfermedad se distribuye con mucha extensión entre la gente. Hay que soportar, pues, lo que venga y no llevarse las manos a la cabeza. Ayer parecía que todo salía mal, que todo se desbordaba. La mañana de hoy ha resuelto la anomalía que había en mi corazón. Dulces son los frutos del estudio. Yo ya no sé qué más escribir, así que lo dejo no sin decir que estoy un poco gordo y debería hacer ejercicio, andar un poquito, vivir la vida sanamente.
En la melancolía más pura
distraigo mi alma numerosa.
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