Los intestinos, los riñones y los pulmones piden agua. Aquí no se habla ni de mi libro ni de mi depresión así que me largo. La calle está ahí para pisarla. Las penas se agolpan y oprimen el pecho. Los bares abren sus puertas como todos los días. El café ya escurre. El mundo que da vueltas las da también para los malos. Tengo la mente medio clara, medio difusa. Las rodillas de amapola pálida se hincan en tierra pidiendo perdón por haber ofendido a las palomas. Llega la semana santa y yo voy mostrando la capacidad de estar en casa mirando entretenimientos varios. El dolor de no ser está ahí a la vuelta de la esquina de mis hombros arquitectónicamente leves. Madrid es un gran fiesta siempre. Ojalá no haya grandes follones ni discusiones. La vida aletea su mala sombra y logra alzar un vuelo corto y avergonzado, triste como mi alma.
Tú, Señor, sonríes viéndonos padecer aquí en la Tierra
porque somos frágiles a tu vista, somos humanos.
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