Los ligeros paisajes dormidos en el aire me atraen como las moscas a la miel. De la meseta castellana a la tacita de plata. Y atravesar la bahía en catamarán. Qué lujo para mis ojos. Un recuerdo exquisito se me transfigura en mi mente. En coche, tragando kilómetros. Es una fábula de contornos ociosos y lúdicos, con música en el radiocasete. Dale caña torete. La transformación de las calles con sus aceras para que pase mi cuerpo en fieras ondulaciones. Eso es lo que quiero. Una sola voz. Una sola voz poética que me defina. Hallar la memoria de las cosas y que esa memoria me dé ganas de vivir. Pero, ¿se hará realidad ese viaje a lo bello y a lo bondadoso? No lo sé. Solo sé que la vida está pasando para bien pues yo ya olvido y dejo en suspensión a los que no forman parte de mi cercanía amorosa. Vivo solo, vivo con mis seres queridos. Vivo desafiando mi propia vida.
Tú respiras este aire puro, que llega de las montañas del norte.
Y así, piensas que bastan dos personas para hacerte feliz.
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