Detrás de mí hay ejércitos que no concibo ni en sueños. Un solo soldado de ese ejército me ayudará a enfrentarme al egoísmo de esos que están merodeando como comadrejas tristes. La vida se agota en mis años, todo va pasando de padre a hijo. Todo va pasando como una bola de nieve enorme que se parará al borde del camino y se consumirá en agua purísima. Yo quiero ser puro como la nieve, que nadie me contamine. Me fumaré un cigarrillo deseadísimo cuando pronuncie las palabras exactas frente al reloj de la sala. Hoy, a tantos de tantos, usted dice. Sí, yo digo eso y quiero que se cumpla. Ok. Se cumplirá su deseo. Un apretón de manos y a celebrarlo en un buen restaurante. Sin vino, por favor. La acera ya se ha llenado de gente que desea, que aturulla, que agobia al más pintado. Alejémonos de ellos.
Yo quiero irme lejos, muy lejos, a la otra punta de la península
y allí, meditar qué es mi vida, qué son las horas, qué soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario