Ayer conté un chiste a mis amigos. Se rieron mucho. Va Jaimito al infierno y tiene que dar una manivela de una máquina de donde salen niños. Se cansa de dar a la manivela y se echa un cigarrillo. Luego, da a la manivela otra vez y sale un niño negro. Y dice Jaimito: ¡Ostias, que se me tuestan! Es poco lo que se sabe de la existencia; a veces la existencia es difícil de entender. Yo me pregunto a veces: ¿en qué onda vital estará aquella chica o aquella anciana o aquel joven? Seguro que no saben lo que yo estudié o lo que yo opino de política o de mis certezas morales. Están en otras ondas, lo que quiere decir que viven en otro mundo que no es el mío, son otras personas. Las podría calificar yo de extraterrestres para mí porque no coincido en nada con ellos. No han leído los libros que yo leí, no han tenido las experiencias vitales que yo he tenido. Incluso familiares míos que podrían tener cosas en común conmigo, no las tienen y tampoco los entiendo. En fin, vivimos en un tiempo donde la gente marca unas diferencias tan acusadas que es difícil el entendimiento no solo entre generaciones sino también con los "cercanos".
Suena la música y ondea la bandera.
Cógeme la cadera y bailemos.
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