Si miro el tiempo de atrás, me veo en un pequeño pueblo pero vivo. Ahora ese pueblo está dormido, atravesado por las crisis, diezmado por las enfermedades, casi muerto. A veces oculto mi cara como se oculta el dinero en la cartera. En esta frente nacía un pensamiento que se ha tenido que arrugar como un papel escrito y despreciado. Lo mismo es decir que no me quieren que decir que soy culpable. Qué sería del vuelo remansado que hubo antes, de las cosas que decíamos en la mesa. La muerte espera siempre, no dice ni una palabra pero ahí está, muriéndose con nosotros. La pena me recorre la sien y me hace pensar pensamientos un tanto absurdos, un tanto olvidados, un tanto inútiles. Pero todo se andará. Nos haremos viejos todos y la vejez socorrerá a la verdad para hacerla más bonita.
Las nubes van hacia la puesta
y destellan de luz atravesada: eso es el destino.
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