La luna ya ha actuado sobre las pobres cabezas que no se dan a la templanza. Es así, no debemos saber más. Las blancas clavellinas levantan su olor por doquier. Es hora de ir viendo maneras de impresionar a la mañana, dejarla ahíta de emociones, sobrevolarla haciendo gestos de alegría. La pena es grande porque no se resuelve en amor todo el mundo que habita en mi interior. La pena agita en mí ascuas de un fuego amigo. Saldremos de la caverna poco a poco, gracias a la química, gracias a una noche pasada en el amor del sueño reparador. Quizás tantos día pasados iguales y tercos ha conducido a esta desesperación de la conciencia. Apenas ha llovido un poco, no la cantidad necesaria para hacer del día un círculo de agua enamorado. Yo ya no peleo, dejo en Dios la resolución de los asuntos de este mundo que no entiendo.
El amor por la majestad del mediodía
hizo que ya no quisiera romper la aurora.
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