Una balada en otoño, canción triste de melancolía. Vamos pasando, pasando, con nuestros arrebatos y nuestras defecaciones mentales. La vida suele estar en otra parte que no aquí, al pie de la acera. Todos deseamos vivir ese anuncio que vemos en la agencia de viajes. Todos sufrimos de envidia por el que puede y nosotros, no. Hay un camino flanqueado de chalets que me conducía a un instituto. Los viernes por la mañana lo recorría muy feliz. Todos vamos en una barca destartalada y sin rumbo hacia no se sabe qué, cuando morimos. La muerte nos acerca a otro mundo más feliz según la doctrina cristiana. Seamos cristianos aunque sea difícil pues lleva premio. No es oro todo lo que reluce. Son las 7 de la mañana en Managua. Estoy gordo, he de andar, he de andar.
Yo contemplo, tendido aquí, soñando
a Dios que me dará buen trato si le amo.
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