martes, 21 de noviembre de 2023

 Cuando yo iba a la universidad no creía en el cielo. Mi conciencia estaba anestesiada. El escritor que había en mí, escribía, aunque no me sabía ninguna historia. Iba a las plazas de las ciudades y notaba que encerraban esos recintos misterios que nunca se descubrían para mí. Eso era cuando yo iba a la universidad. Cuando dejé de ir a ella, ya todo cambió un poquitín. Tú que cuidas los pájaros que cantan tu mensaje, ayúdanos a encontrar el camino tranquilo de la paz vespertina, ayúdanos a no morirnos por la mañana cuando el sol comienza. Sé tú la sede de las creencias que valen para siempre, no nos dejes solos, atrapados en el metro cuando íbamos a la imprenta a fotocopiar nuestros poemas de amor. No seas cruel y oriéntanos en estas calles laberínticas que nos confunden y nos atrapan.

El amor es un templo hecho a la medida del corazón

y ese templo no debería estar vacío siempre.

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