lunes, 1 de julio de 2019

Por aquel entonces había un señor que había estudiado mucha política y susurrado al oído de un dictador ignorante a cambio de dinero (según dicen las lenguas). Se sacó un ojo y se puso un parche para llamar la atención y se metió en política. Y decía así a la gente:
"odio al dinero. Odio a esa gente que tiene mucho dinero. Odio a los bancos y a las empresas que martirizan a los pobres trabajadores." Lo decía con mucha fuerza, con mucha retórica, con mucha convicción. También decía: "las mujeres somos todos, las mujeres viven muy mal en nuestro país porque el machismo las oprime".  La gente bien poco podía hacer con eso de que unos tenían dinero y las mujeres supuestamente vivían mal pero creían que este hombre tuerto, no se sabe de qué manera, iba a hacer una revolución e iba a resolver todos esos problemas reales o no de manera drástica y de una vez por todas. También decía que había muchos niños en ese país que no podían comer un bocadillo o se les llenaba el cuerpo de sabañones las frías noches de invierno. Este discurso, durante la crisis creada por otro extraño y tonto como él, dio sus frutos y el tuerto consiguió ser diputado en el congreso, congreso al que años antes de que él entrara en él, deseó asaltar.
Y este hombre ya ganaba mucho dinero de diputado de aquí y de diputado de allá pero no le gustaban las leyes que le daban esos sueldazos. Decía que había que cambiar las leyes, echar al rey, cambiar el nombre del país y su bandera, etc., etc. etc.
Vamos, que era un completo gilipollas pero a la gente le hacía gracia o algo así. Si no, no se entendía que ganara tantos votos.
Y unos años después este tuerto del demonio se compró una mansión. Y decían sus discípulos y seguidores: "¿Pero no era este el que se desgañitaba contra aquellos que tenían muchísimo dinero?
¿no era este el amigo de los pobres y del obrero? ¿no se ha hecho burgués y rico en pocos años?
Su mujer, una señora que hablaba por los codos y se liaba con lo que decía y al fin a la postre no se le entendía ni jota, había ayudado a unos señores que se compraron una casa más grande, firmaron un papel y luego no tenían con que pagarla. Y se juntó con el tuerto del demonio en la mansión. Vivían de puta madre pero su vida se convirtió en una pura contradicción.
Perdieron votos claro porque hasta el español más tonto prefiere a un saltimbanqui de la política que a uno que se ríe de la gente en sus propias narices. Y pasaron del morado al colorado.
Al cabo de los años aparecieron en el grupo mixto y siguieron cobrando, que ese país es muy generoso con los inútiles.
Andando el tiempo, un desaprensivo le tiró un petardo y le lastimó el otro ojo y ahora está en el reino de los ciegos porque lo tiene todo muy claro.

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