jueves, 11 de diciembre de 2014

La enfermedad que tengo me jugó una mala pasada hace una semana: estuve muy nervioso sin saber lo que me pasaba. No era depresión sino un malestar mental que me ponía nervioso. Se debía a que yo veía el tiempo delante de mí y yo no sabía cómo ocupar ese tiempo. Entonces lo veo todo negativo y me da por imaginarme un futuro negro para mí y lo veo todo mal. Se me acabó esa crisis pero ayer mismo, dando una vuelta con Paco, mi hermano me empecé aponer nervioso de nuevo. Entramos en un supermercado por la mañana y yo no podía aguantar allí así que me fui a casa, temblando de los nervios y me acosté. Paco hizo la comida y yo me fui calmando. Comí y como por mi enfermedad tengo acceso a calmantes, me tomé uno suave y logré dormir. Eso me salvó, esa siesta que me reparó los nervios. Mi enfermedad se llama trastorno bipolar y es grave. Los humores cambian drásticamente y puedo estar deprimido lo mismo que eufórico y no saber por qué. Hay que saber llevarla y si algo no entiendo, me tumbo y no quiero ver a nadie. Dormir es un gran aliado de esta enfermedad. Hay veces que hay cosas que me ponen tan nervioso y de tan mal humor que no controlo mis sentimientos y lo paso mal porque me dañan a mí por dentro: pensar en que lago está mal pero no tiene solución y a mí me repatea y me obsesiono y lo paso mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario