domingo, 13 de junio de 2021

De lo que he dicho de Stephen King, del libro suyo que he leído, me gustaría manifestar que este escritor se deleita con la violencia de una manera muy asquerosa. El último crimen que perpetra el protagonista de su novela antes de ser muerto o encerrado en la cárcel, pues no me he enterado muy bien, es un ejemplo de psicopatía pasiva o algo así. Quiero decir eso: que King disfruta contando cómo una persona mata a otra. Esta vez es con un hacha y, con detalles sutilísimos va contando el autor cada hachazo que da y cómo lo da hasta que le parte la frente y los ojos salen de su órbita. Todo esto que cuento coincide con el gusto que hay hoy en día por los asesinatos en la literatura: cuanto más enrevesados y crueles, mejor. Resulta que para que haya un policía bueno, tiene que haber un asesinato cuanto más cruel, mejor. El gusto de los lectores de estas mierdas de novelas está atrofiado, podrido y es asqueroso, pues ya molaría más que a la gente le gustara oír cosas sobre la amistad, la bondad, el amor o el compañerismo o la lucha contra la adversidad, no está vorágine putrefacta de muertos a golpes o a hachazos. Hoy mismo, mi padre me ha dicho que en el otro régimen no se oían estas cosas de niñas muertas. A lo mejor no lo difundían como lo difunden ahora, sacándole punta al suceso y recreándose en cada detalle, pero, siendo como fuere, yo no he visto más deseo de oír y ver violencia que en estos día que vivo. Me recuerda a otra novela donde también hay mucha violencia: "La familia de Pascual Duarte": es la violencia del régimen franquista. Ya digo: molaría que la gente le diera al amor más que a la pistola o al puñal.

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