jueves, 14 de septiembre de 2017

Estoy a punto de hacer una ensalada de dos lechugas que he adquirido hace poco en el pueblo de al lado. Comer siempre relaja, no solo el hambre sino también el ánimo y se recobra cierta alegría perdida después de saciar el apetito. Esto es lo que importa a un mortal como yo, no esas sandeces de repúblicas nuevas.
Los periódicos traen muchas noticias que agrían el carácter del que las lee por lo común. Las noticias que hacemos los mortales con cuatro cosas que nos valen cuatro duros valen más que todas las noticias del periódico. Mi ensalada es una buena noticia que voy a manufacturar yo mismo, sazonándola adecuadamente y trasegándola en mi interior. No es que haya que ser uno ignorante de las cosas pero sí saber dar a las cosas su importancia.
Y la importancia que tienen las cosas de mi alrededor es radical con respecto a tanto aparato que da vueltas por Cataluña o por Corea del Norte. Ojalá un día el mundo fuera perfecto pero eso nunca sucederá. Mi ensalada sí es perfecta a esta necesidad que siento ahora y como tal la voy a tratar.

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